¿Quién ganó y quién perdió en la consulta popular del 21 de abril? La disyuntiva ha rondado diversos escenarios políticos, tanto de militancia como de opinión, desatando las más coherentes como también las más disparatadas teorías en favor de uno y de otro. Lo que no han logrado posicionar, ni uno ni otro grupo, es un marcado triunfalismo, quizás por la complejidad del evento electoral, por la complejidad conceptual de sus interrogantes.

El primer intento de definir un marcador fue numérico y básico: ganó el que más síes obtuvo. Y el mismo presidente Daniel Noboa enarboló esa bandera al decir con ironía que desde chiquito le habían enseñado que 9 era más que 2. Mientras, el correísmo y sus seguidores defendieron también el triunfo argumentando que los dos negativos equivalían a la pechuga (trabajo por horas y arbitraje internacional) y el sí debió conformarse con el resto del pollo. Cada uno murió en su ley matemática.

Mi interpretación de los resultados de la consulta popular

Otra argumentación escuchada en estos días fue aquella de que en una consulta, si no se ganan todas las preguntas, es una derrota para su promotor. O que fue la desesperación social, y solo eso, lo que operó como remolcador para el respaldo mayoritario a las preguntas que tienen relación con el combate a la inseguridad, como la que faculta a los militares a actuar hacia dentro sin necesidad de declarar “excepción”; o la posibilidad, ahora sí cierta, de extraditar a quienes hayan cometido delitos, de sangre o cuello blanco, que comprometan a otro país y este los llame a rendir cuentas.

Ganó, esa sí, sin duda, la teoría del sabotaje a la central de Mazar. Materia para infinidad de memes. Y, así no se haya comprobado hasta ahora su veracidad, en la semana decisiva del cierre de campaña esa teoría sirvió como tapón, como elemento de contención, para el desangre que los apagones estaban causando a la imagen gubernamental. No midamos aquí si fue ético, verificado o exagerado, pero comunicacionalmente esa versión de que se abrían las compuertas de Mazar caló en una sociedad que desconoce sobre lógica hidroeléctrica y está acostumbrada a que se saboteen sus esfuerzos hasta en hospitales que deberían darle una atención digna y le entregan una paracetamol. Sembrar dudas, y cómo sabrán de eso sus cultores, los correístas, puede resultar efectivo políticamente.

Noboa está al frente...

Ganó también el proyecto Noboa 2025. Sí, el de la reelección. Porque si la consulta fue un termómetro y su imagen resistió las enfurecidas reacciones hepáticas de una gran mayoría afectados por las “desconexiones no programadas” de la ministra Arrobo, eso deja abierta la puerta para una nueva candidatura, con un punto de partida muy distinto al de la primera vez, tomando en cuenta el casi 30 % positivo que obtuvo la pregunta en la que peor le fue a la propuesta presidencial. Si en lo que resta hasta febrero de 2025 logra consolidarlo como voto duro, entonces será una pérdida para su principal rival, el correísmo, que ha sido el amo y señor de ese voto duro ya por década y media.

Pero en verdad lo deseable es que en la aplicación del resultado del domingo anterior gane el país y pierda lo que lo ancla al subdesarrollo. (O)