Dentro de los pesares y vicisitudes que aquejan a la sociedad, nos vemos precisados a agregar otra, el riesgo asociado con un fenómeno natural con cercano vaticinio; se trata de la posibilidad de un nuevo evento El Niño de alcance nacional que impactaría la zona costera del Pacífico Sur, no motivado por el cambio climático pero influyente en su periodicidad, alcance e intensidad, conforme señalan expertos nacionales y extranjeros, que obliga a movilizar preventivamente a los líderes políticos; por ahora se desconoce su intensidad y bravura como las que tuvo en los años 1997 y 1998, de impacto ecológico y humano.

Qué es el fenómeno de El Niño y cómo afecta al Ecuador

La información de entidades especializadas nacionales y extranjeras prevé que en el segundo semestre de este año asomaría un Niño, fuera de la frecuencia acostumbrada, que se caracterizará por fuertes, constantes y duraderas precipitaciones que ocasionarán serios desórdenes en todos los órdenes productivos y sociales del país, como lo demostró el último y más desastroso acontecido en los años 1997 y 1998, de cuyos estragos quedan dolorosas huellas y efectos que no han logrado superarse.

En el segundo semestre del 2023 podría presentarse el fenómeno El Niño, advierte Erfen

Gracias a activistas ambientales privados, como la fundación Leancon, promovida por la Unidad Educativa Lemus, ha sido posible obtener una aproximación de lo que sucedería el resto del año 2023, señalando que estaría madurándose un Niño para el segundo semestre, las actuales lluvias se prolongarían más allá del mes de mayo, afirmación basada en datos del sobrecalentamiento superficial de las aguas marítimas ecuatorianas, quedando por determinarse si tendría un nivel regional o extrarregional. Esto obligaría a actuar con diligencia para mitigar los impactos que traería consigo.

Sugerimos a las entidades gubernamentales y privadas examinar a fondo el contenido de un estudio realizado por la CAF (2020) que contiene una evaluación con recomendaciones de lo que fue el catastrófico acontecimiento de El Niño antes referido, que acabó con parte de la infraestructura vial del país dejando costosas averías a las actividades productivas y estragos en los segmentos poblacionales deprimidos, cuantificándose los daños a la agricultura en esa época en 7.500 millones de dólares.

El monitoreo preciso de los cultivos será fundamental, porque las recolecciones de cosechas coincidirán con precipitaciones que la dificultarían, impidiendo su movilización a los centros de secado y almacenamiento. En ese escenario, sería improbable realizar nuevas siembras. Los frutales sufrirán floración irregular, igual que el cacao, café y pitahaya. Los cultivos acosados por lluvias intensas, altas temperaturas, plagas y enfermedades deberán ser potencializados con el uso técnico de nutrientes para situaciones estresantes. Se producirá sobresaturación y lixiviación de los suelos, con pérdida de fertilidad, provocando bajos rendimientos. El balance de oferta y demanda de comestibles deberá ser exacto, para actuar con rapidez frente a justificadas importaciones.

Es oportuno reactivar a tiempo completo el COE nacional con la designación de un titular, el actual no se alcanza, desempeña también el Ministerio del Interior en permanente emergencia. (O)