Mientras el mundo no acierta a detener sus guerras, ni una de las más terroríficas masacres que lo avergüenzan, y mientras nuestro país no acierta a encontrar fondos: unos, para pagar los sueldos de fin de año, y, otros, para tapar los pozos petroleros y continuar sobreviviendo sin su producción, y visto que el presidente de la República se ha comprometido a efectuar una consulta popular sobre reformas legales, incluyendo constitucionales, lo que deberá hacer de inmediato porque el tiempo se le viene corto, creo que aunque nos tornemos cansinos, debemos volver a ocuparnos de esta materia, la de las reformas a nuestra legislación.

Diccionario de política

Mucho se ha hablado sobre reformas constitucionales: unos creemos que se debería derogar la Constitución vigente mediante plebiscito y sustituirla por la inmediata anterior; otros proponen la convocatoria a una Asamblea Constituyente; y hay los que quisieran tal o cual cambio mediante los procedimientos ordinarios; en fin… Pero viendo la multiplicidad de soluciones propuestas, creo que hay una que permitiría, en gran medida, terminar el caos en que vive el país en una permanente confrontación entre los poderes del Estado.

El país ya la experimentó en el retorno a la democracia en 1977-78, cuando se eligió a los diputados al Congreso simultáneamente con la segunda vuelta de la elección presidencial, también de invención de esos mismos años.

La elección de presidente por votación mayoritaria de la mitad más uno ha permanecido y así seguirá, y, además, ha sido adoptada por muchos países de la región, pero no así la elección de legisladores en segunda vuelta.

Reforma tributaria: autorretención

La generación de Noboa

Los intereses partidarios se impusieron y consiguieron que la elección de legisladores tenga lugar con la primera vuelta, y así obtener escaños en la Asamblea Nacional, aunque sea minoritaria, y entrar en negociaciones con los candidatos presidenciales clasificados a segunda vuelta y obtener participación en el poder.

La elección de legisladores al tiempo de la segunda vuelta permitirá que el elegido presidente cuente con un bloque parlamentario importante y no se vea sujeto a la negociación diaria para obtener respaldo a sus propuestas de legislación, y a sus actos de gobierno, como lo estamos presenciando en los últimos años. El señor Guillermo Lasso triunfó en segunda vuelta con más del 50 % de los votos, pero los candidatos de su partido a la Asamblea Nacional obtuvieron menos del 10 % de las curules (12 de 137); el señor Noboa obtuvo 14. Así, simplemente, no se puede gobernar.

Un cambio así solo se puede obtener, o intentarlo, mediante consulta popular, lo que siempre es riesgoso, por supuesto. Un presidente recientemente elegido puede intentarlo con serias opciones de éxito.

Si esta consulta popular tuviera éxito, podría estar en vigencia para las próximas elecciones; la Asamblea Nacional dejaría de ser una colcha de retazos y el presidente electo contaría con un número importante de legisladores de su partido; la oposición sería fuerte, lo que es saludable, y habría un moderado número de legisladores de partidos con raigambre popular. (O)