La última encuesta Enemdu del INEC (2023) refleja que el país tiene 13,1 millones de personas en edad de trabajar; pero de esas 4′562.457 están inactivas económicamente. Siendo así el principal problema del país es la existencia de una gran población que en edad de trabajar no puede hacerlo.

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Hace unos años se pensaba al desempleo como un desbalance entre la oferta y la demanda de plazas laborales. Hoy se sabe que la variable empleo es resultado de la confluencia de varios factores, entre esos las políticas públicas, es decir, la mano del Estado y de los órganos legislativos como la Asamblea Nacional, son también actores que pesan el momento de crear o no oportunidades para acceder a un trabajo.

Así, la vida de las familias trabajadoras se ve beneficiada o perjudicada por decisiones estatales como la inversión pública (que abre plazas de trabajo). Además, inciden la existencia o no de regímenes laborales como las de jornadas parciales, pagos por horas o empleo parcial; aspectos que necesariamente pasan por decisiones de la Asamblea Nacional. Y hoy el escenario digital y global crea espacios de trabajo para otros profesionales y plazas que están localizadas en el ciberespacio; aspectos que todavía no son analizados, ni impulsados en el territorio nacional.

Para una persona adulta tener empleo no es solo una cuestión de ingresos económicos; para las personas tener empleo es un mecanismo de inclusión en la sociedad y de salud mental. Por lo tanto, cuando las sociedades se quejan de la violencia familiar, la descomposición de las estructuras barriales o la inseguridad deben considerar que la salud mental colectiva se ve afectada por el desempleo y el empleo precario.

Esperemos que la sensibilidad impere y se logre un acuerdo político-social que mire más allá de lo inmediato...

Respecto al empleo precarizado, los autores se refieren a él como las actividades sobre las que existe insuficiente remuneración, insuficientes horas de ocupación o un empleo que se realiza sin ninguna consideración legal en la relación empleado-empleador.

Lo grave del desempleo no es solo que condena a las familias a la pobreza, sino que crea un estigma en el grupo desempleado, y afecta emocionalmente a todo el núcleo social.

Adicionalmente, si las familias no cuentan con ingresos, el mercado de consumo interno se contrae; no obstante, cuando el desempleo es una situación de largo plazo, aquello es un terreno propicio para que negocios fuera de la ley operen y enreden en sus organizaciones a quienes ya no tienen esperanza. Queda claro que a las familias lo que les importa es tener la certeza de que en la mesa existirá un plato de comida que sustente esperanzas.

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A pocos días de las elecciones presidenciales ecuatorianas, seguramente ustedes se preguntan –al igual que yo– ¿qué prioridad tendrá para el nuevo Gobierno el tema del empleo?, ¿en qué condiciones pondrá en marcha sus propuestas?, ¿colaborará la Asamblea Nacional con el nuevo Gobierno? Esperemos que la sensibilidad impere y se logre un acuerdo político-social que mire más allá de lo inmediato, que se comprometa a fondo con las familias ecuatorianas y priorice lo nuestro. (O)