El país ha abierto un debate sobre las necesarias y urgentes reformas políticas y a la Constitución. Sobre eso hay coincidencia. La discusión se centra en el camino más adecuado y menos traumático, que no genere más incertidumbre e inestabilidad de la que se ha vivido durante los últimos años, debido a los afanes desestabilizadores de aquellos que buscan retornar al poder a como dé lugar para lograr impunidad y venganza, no importa si atropellan procedimientos e intentan imponerse con mentiras y narrativas falsas.
Que no pase lo de Chile, con el actual presidente, que llegó con la intención de cambiar la Constitución, le falló el primer intento con un proyecto que fue al otro extremo en un país conservador y luego el pueblo les dijo no. Cuánto tiempo y dinero se perdió en esos procesos en medio de largos meses de incertidumbre.
Reconocidos juristas serios, constitucionalistas, académicos y politólogos ilustran en este debate sobre el camino a seguir para los cambios políticos necesarios y en la Constitución y recomiendan que si bien la convocatoria a una nueva constituyente es un recurso legal y legítimo que tiene el presidente, que está dispuesto a emprenderlos, el proceso completo tomará un buen tiempo, en medio de incertidumbres y sin plenas garantías de su aprobación final.
Se necesitarán tres nuevas elecciones con todo lo que ello implica, no solo los costos, sino darle oportunidad a la oposición, que ya adelantó su declaratoria en resistencia y cuyo principal objetivo es el desbaratamiento del país mientras no logren su objetivo de llevar al Ecuador al modelo de las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Y pensar que hay enceguecidos que apoyan eso.
Además, se ha demostrado durante el último proceso electoral que la inseguridad y la violencia se profundizaron, precisamente para atemorizar a la población, conectados los grupos delincuenciales organizados transnacionales, el narcotráfico y la narcopolítica, que se demostraron en los casos judiciales de corrupción Metástasis, Purga, Plaga, Pantalla, obstrucción de la justicia, independencia judicial, Ligados, entre tantos.
Lo de la constituyente, según los expertos, es una aventura riesgosa, de resultados impredecibles y que deja interrogantes. ¿Cómo se conformaría, es posible la representación funcional, se puede poner límites al persistente electoralismo que es el cáncer del país? ¿Quién asegura un voto racional para elegir a los constituyentes? ¿Qué garantiza que esta Corte Constitucional (CC), que ha tenido ciertos fallos sesgados y políticos, facilite los cambios?
Argumentan que aunque imperfecta e incompleta, la vía sería la reforma parcial en la Asamblea Nacional, cuando hay proyectos puntuales que cuentan con informes favorables de la CC, para lo cual se requiere contar con una mayoría sólida que ofrezca gobernabilidad, tan necesaria en el país, que debiera empeñarse a fondo la actual administración que continuará cuatro años más.
Esto generará certidumbre y confianza interna y externa, mejorar la imagen internacional para las inversiones, el desarrollo productivo, lo cual no significa que se deje de emprender los cambios internos porque el actual modelo político y la Constitución nefasta del 2008 no pueden mantenerse, que le tiene bloqueado al Ecuador. (O)