La intencionalidad de un delito, decidir un asesinato y ejecutarlo, o usar sicarios para ese fin es gravísimo. La diversidad de delitos intencionales es amplia, sea que dejen evidencias o se oculten, se las distorsione o se destruyan.

Los delitos culposos pueden ser muy depredadores, aun cuando se deriven del solo supuesto de una infracción de no acatamiento de normas de prevención o de previsión, o por omisión, pensando que “nada va a pasar”, y luego pasa.

Lo más repetible podría ser en la marcha de un vehículo el exceso de velocidad, no solo porque se acelere un vehículo por encima de la velocidad autorizada, o porque no se respete avisos de “pare”; sino porque puede generar choques o atropellos, que causen muerte, heridos y daños materiales.

En el caso de la investigación del asesinato del general Gabela, aparece otro crimen de por medio, cual fue no darle valor a información técnica y a advertencias que se presentaron en el año 2009, ahora publicitadas en medios (se puede ver en la noticia de EL UNIVERSO: ‘Exmecánico de la FAE cuenta que advirtió de las primeras fallas en los helicópteros Dhruv tres meses antes del primer accidente en 2009′).

El sargento primero de la FAE Steve Sampedro, mecánico de helicópteros, en julio del 2009, al momento de realizar el chequeo de los amortiguadores ARIS de los helicópteros, detectó fallas en los pernos, en cuanto a sus tuercas de ajuste, y también tuercas rotas. Advirtió que esas condiciones obligaban a una revisión integral porque “pueden atentar contra la seguridad del vuelo, con graves consecuencias para la tripulación”, recomendando suspender las operaciones de los 7 helicópteros, adquiridos en 45 millones de dólares a la empresa Hindustan Aeronautics Limited (HAL).

El 27 de octubre del 2009, uno de los helicópteros cayó a tierra durante una ceremonia militar, dejando heridos. El 20 de febrero del 2014 cayó el segundo, en el callejón Interandino, falleciendo tres miembros de la FAE. El 13 de enero del 2015, se siniestró el tercero en Chongón y al día siguiente, 14 de enero de 2015, el cuarto se siniestró en Tena, dejando heridos. Uno quedó para siempre en silla de ruedas.

En sus palabras, los helicópteros Dhruv “no valían (…) tenían deficiencias, mala calidad de los materiales, empaques sueltos. Los motores eran buenos, porque eran franceses. La biónica de cuarta generación, era buena. Pero lo estructural, lo medular, era de la India”. Señaló que se detectaban vibraciones que desconectaban los instrumentos eléctricos; que había fallas en los ejes de potencia, que estaban compuestos de cuatro cajas principales que debían alcanzar las 30.000 revoluciones de potencia por minuto, pero sus empaques no eran de la especificidad técnica para evitar que se salga el aceite. Para reparar esos ejes, los asesores hindúes “tenían a la mano un rollo de caucho que ellos cortaban a la medida y ponían el empaque con pegamento (…) Esto era antitécnico porque el diámetro no iba a ser preciso. Teníamos demasiadas fugas y solíamos volar así”. Se llevaban canecas para reponer el aceite que se perdía.

La FAE debe una explicación técnica sobre lo aquí mencionado. (O)