El término globalización se refiere a la integración de las economías nacionales en un mercado internacional, especialmente de intercambio de bienes y flujos financieros. Actualmente, estamos viviendo un cambio en el trazado original de la globalización, debido al predominio de los intereses geopolíticos que tienen un impacto en el encadenamiento productivo.

El expresidente de los EE. UU. Donald Trump comenzó el distanciamiento de la globalización y promovió el principio de “América Primero”. Decidió aplicar sanciones a China por razones de “seguridad nacional”, debilitó la Organización Mundial de Comercio y detuvo las negociaciones de tratados de comercio con varios países, entre ellos al que aspiraba el Ecuador.

La China se convirtió, en menos de 40 años, en la “fábrica del mundo”, donde países desarrollados instalaron sus fábricas para exportar productos mucho más baratos a sus mercados. El costo social, y por ende político, es el que cambió la posición de los Estados Unidos frente a la globalización. La administración del presidente Joseph Biden ha seguido esa línea por motivaciones electorales.

La posibilidad del agravamiento de la rivalidad geopolítica chino-estadounidense amenaza a las cadenas de producción y suministro, por lo que hoy estamos asistiendo a la migración de esas inversiones fuera de la China, en lo que se ha llamado “near shoring”, que se refiere a la salida de la producción de la China y la búsqueda de países donde se puedan mudar instalaciones a fin de garantizar el suministro de bienes y servicios. Cada vez están mejor cotizados los destinos con ventajas comparativas, como son la cercanía geográfica de los mercados, la capacidad logística portuaria, la posibilidad de emplear a amplios sectores de la población que en este momento carecen de trabajo, el uso de las facilidades de acceso a mercados y la buena receptividad de los sectores público y privado a la inversión extranjera.

El Ecuador tiene una gran oportunidad si aprovecha esta circunstancia geopolítica y actúa con rapidez en una asociación público-privada. En primer lugar, el Tratado de Comercio con la China permitirá aumentar en grandes proporciones las exportaciones nacionales a un inconmensurable mercado de 1,3 mil millones de consumidores de alimentos, minerales y otros, generando trabajo a cientos de miles de familias ecuatorianas. Los EE. UU., frente a esta expansión, también ha ofrecido un sistema de preferencias que, aunque más limitado que un tratado de comercio, permite el ingreso de nuevos productos nacionales a su mercado.

En segundo lugar, el Ecuador debe iniciar una campaña para atraer a las empresas que están sacando sus instalaciones del Asia, lo cual también aumentaría el número de empleos permitiendo mejores días para quienes carecen de trabajo.

En conclusión, el Ecuador debe poner en marcha una acción inteligente y estratégica de política exterior y de comercio para lograr esos objetivos. No es necesario tomar partido en esta disputa geopolítica, sino aprovecharla anteponiendo los intereses del Ecuador a la de los otros países. (O)