El Gobierno entra a la cancha para jugar el segundo tiempo, en un contexto adverso y que demanda talento, generosidad, apertura y sagacidad.

En cuanto a lo primero, y después de un año, cambiar algunos jugadores del equipo titular es una necesidad, puesto que así como van las cosas, no le alcanza para terminar el partido. Las preguntas que surgen al respecto son: ¿El presidente Lasso tiene equipo suficiente? Y si no lo tiene, ¿cómo lo consigue?

Con plena seguridad al día de hoy, la gente no recuerda el nombre de cinco ministros. Será porque hay una orden de que mantengan el perfil bajo, no cuentan con recursos para resolver las problemáticas de sus carteras o son novatos en el manejo público. Cualquiera que sea la respuesta, hay algo que hacer y de manera urgente. Agricultura es el caso más apremiante.

Respecto de entrar a jugar con generosidad, esto significa que el Gobierno debe tener la actitud para escuchar a nuevas voces y que, sin coincidir con sus criterios, estas alimenten su campo de análisis. Un país tan complejo como el nuestro requiere vivir la pluralidad, no solo decirlo en una elaborada retórica. Entonces, el eslogan del encuentro debe implementarse y eso demanda un método, el uso de recursos, identificar vocerías certeras, diseñar instrumentos de análisis, probar la capacidad de convocatoria, contar con negociadores, trazar hojas de ruta con los diferentes sectores.

No se trata de reunirse por reunirse con algún colectivo, sino de crear confianza, primero, y gobernar con sentido común y cable a tierra.

Cuando arriba mencionaba la apertura para jugar el segundo tiempo, pienso que esto tiene doble vía: hacia dentro y hacia afuera. En el primer caso, potenciar lo que está bien, pero sin desconocer los errores; abrir el espacio de la autocrítica, no solo conformarse con el halago; mientras que en el segundo caso, esto significa convocar a los mejores para solucionar los problemas. Se necesita gente con oficio, ágil y que sepa moverse en arenas movedizas y pantanos. La función pública no es fácil, por eso no es un espacio para cualquiera. Para ello también se necesita que los ministros cuenten con equipos fuertes, técnicos y hábiles, políticamente. En otras palabras, que comprendan la relación entre el Estado y la sociedad.

La sagacidad puede leerse de diversas maneras y la primera significa que el partido se gana con goles, no con declaraciones o únicamente con buenas intenciones. El Gobierno tendrá que ser proactivo, no quedarse en un papel contestatario e identificar a los mejores delanteros, sin perder de vista a los defensas, y el armador seguirá siendo el presidente. En el segundo tiempo, la gente debe ilusionarse de nuevo, debe mirar que sus problemas se resuelven, debe constatar nuevas cosas. ¿Cuál es el verdadero plan de gobierno? La población espera resolver el desempleo, desmantelar la inseguridad, buena atención y medicina en los hospitales, acceso a educación. Lo demás parece residual cuando siete de cada 10 ecuatorianos siguen sin empleo y tienen temor de salir a la calle. (O)