Vivir bien y con plenitud pasa por gozar de salud mental e inteligencia emocional.

La salud mental es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades; la persona es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad, según la OMS. La inteligencia emocional, según Goleman, es la desarrollada habilidad de poder advertir los afectos de las otras personas, capacidad de manejar las relaciones y nuestras emociones.

Entonces, en términos generales, si disfrutamos de bienestar emocional, sicológico, social y fuéramos empáticos con los otros, viviéramos bien.

¿Vivimos bien?

La salud metal se construye en casa, pues si el indicador número uno apunta a la autoestima, al ambiente sano y desarrollarse en relaciones sanas, cae por su peso que la cuna de ser mentalmente saludables es la familia. La salud interior es la que siembra invisible y más poderosa a la vez.

Promover la autoestima, entrenar el manejo del estrés, practicar gimnasia mental, alimentarse sanamente, valorar la recreación y el silencio, debería ser uno de los ejes principales de los cuidadores de niños y niñas, escuelas y empresas. El ámbito laboral tiene sus efectos y a su vez se perjudica por las consecuencias de los estados insanos. El ser humano cambia de hábitos y empieza a reflejarse la disminución de horas de sueño y del rendimiento; empieza a usar drogas, cigarros o alcohol para relajarse, refleja nervios y se hace quejoso; llega tarde al trabajo y empieza a perder motivación, compromiso y confianza.

(...) cae por su peso que la cuna de ser mentalmente saludables es la familia...

¿Nos dejan vivir bien?

De una investigación realizada en Macará, provincia de Loja, y en el cantón Huaquillas, El Oro, a 1.856 pacientes, se refleja que los trastornos por no manejar el estrés ocupan el primer lugar con el 23 %, el segundo con trastornos de cambios bruscos de humor con el 12,9 %, y el siguiente lugar con 12,6% de esquizofrenia, siguiéndole el 12,2 % de trastornos por consumo de drogas.

En Colombia, el Estudio Nacional de Salud Mental 2015 reporta que 10 de cada 100 adultos entre 18 y 44 años, y 12 de cada 100 adolescentes, tienen algún problema que sugiere la presencia de enfermedad mental.

Según la OPS, “los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y la depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales y es dos veces más frecuente en mujeres que hombres”.

Si el ambiente seguro y relaciones afectuosas son básicos para el sano desarrollo individual, me pregunto qué pasaría en una sociedad en la que la violencia y los secuestros asaltan la frágil paz social. Somos nosotros, ¿verdad?

Sí, es la sociedad nuestra, con la desfavorecida conquista del tráfico de drogas que ha desgraciado la mente de miles de jóvenes. Sí, es la nuestra, con la desdichada peste que desprecia el honor y la decencia por poder y dinero, enfermando de envidia y mediocridad a quienes ven allí el éxito.

A pesar de todo, se puede volver a empezar porque la sabiduría y plenitud siempre emergen seductoras en las crisis, y porque en el fondo sabemos que conquistarlas será siempre una motivación inextinguible para actuar con nobleza. (O)