La papa es el tercer producto alimentario de mayor influencia mundial, después del arroz y el trigo, con cualidades fundamentales para la subsistencia de miles de millones de personas, lo más seguro sobre su lugar de origen son los valles abrigados de la montañosa serranía peruana, aunque se lo disputan también Bolivia y Chile, migrando luego a cinco continentes donde se cultiva con una gran versatilidad, siendo tanta su importancia se atribuyó a su escasez, por el impacto de una enfermedad, la causa principal de la hambruna del noroeste de Europa de los años 1845 a 1849, con una secuela de desolación y muerte. Es básico para más de 1,4 miles de millones de consumidores con registro superior a 50 kilogramos per cápita, los franceses lo han adoptado como su signo alimentario. Siendo nativo de América Latina, los principales productores son China, India, Rusia y Ucrania, en su orden, mientras Colombia se defiende con altos aranceles para controlar las importaciones belgas de patatas. Tiene la particularidad de plantarse desde el nivel del mar hasta los 4.700 metros de altura, aun así, padeció hasta aclimatarse a zonas de cuatro estaciones, pues su naturaleza primigenia es desarrollarse con las características climáticas propias de territorios influenciados por la línea ecuatorial.

Para conservación y mejoramiento de las actuales variedades comerciales se creó el Centro Internacional de la Papa, con sede en Perú, donde se mantienen debidamente resguardados materiales genéticos de especies cultivadas, silvestres y mejoradas que avala la subsistencia del activo genético, incluyendo al camote de buena demanda en la Costa ecuatoriana, de allí que deben profundizarse las buenas relaciones con ese valioso núcleo de investigación para compartir sus descubrimientos y avances, con el gran desafío de luchar contra las inclemencias del cambio climático que se ha enseñoreado para entorpecer la marcha de ejemplares superiores. En buena hora nuestro empobrecido Iniap mantiene su banco de germoplasma papero salvado del peregrino traslado al fracasado Yachay, en tanto que el Ministerio de Agricultura anunció exportaciones formales del tubérculo.

Para felicidad de los adoradores de las papas fritas, su popular bocado, cuya paternidad se disputan Bélgica y Francia, su vivencia está garantizada por la conservación de 151 especies silvestres resistentes a plagas y enfermedades, constituidas como reserva genética para los planes de mejoramiento varietal que se desarrollan en todo el orbe, con tan buenos resultados que se han obtenido ejemplares que logran superar los estragos del patógeno que la azoló en Europa y que llevó a la brutal carestía. De las bondades de la patata han opinado destacados autores como el inglés Adam Smith, autor de la celebrada obra La riqueza de las naciones cuando escribió: “La comida producida por un campo de papas es ...muy superior a la que produce un campo de trigo”. Poderosa afirmación complementada por los campesinos irlandeses al afirmar que “basta media hectárea de tierra cultivada con papa y una vaca lechera para alimentar con suficiencia a una familia de entre seis y ocho miembros”. (O)