En 1993 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) definió al 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa, con el objetivo de que se evalúen los ataques a la independencia de los medios de comunicación y a los periodistas.

En la sede de las Naciones Unidas ayer se adelantó la conmemoración de los 30 años de la declaratoria y en redes sociales la Unesco compartió post como: Sin #LibertadDePrensa, no hay paz posible. Sin #LibertadDeExpresión, no podemos proteger los #DerechosHumanos.

La desinformación se ha convertido en un arma de ataque a la libertad de prensa. Se distrae a los periodistas de su función de informar e investigar lo que muchos quieren que se calle, pues deben dedicarse a aclarar noticias falsas que se distribuyen en redes sociales o páginas creadas con intereses particulares.

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Un 3 de mayo en la encrucijada

El secretario general de la ONU, António Guterres, asegura que la “verdad está amenazada” por quienes buscan “difuminar las líneas entre lo real y la ficción, entre la ciencia y la conspiración”.

¿A quiénes les interesa debilitar a la prensa? A los que buscan desestabilizar la democracia, que la ciudadanía no tenga noticias confiables. La internet ha venido a aportar al desarrollo, pero mal utilizada se convierte en arma de desinformación que atenta contra la población.

Los Gobiernos están llamados a dar protección a los periodistas y medios independientes que atraviesan una crisis económica, pero además acoso virtual y amenazas como las que recientemente recibieron reporteros de tres medios de Ecuador a los que les llegaron sobres con un dispositivo explosivo.

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Sin periodistas que den noticias e información en la que la gente pueda confiar, me temo que seguiremos viendo como se descosen los lazos cívicos, se erosionan las normas democráticas y se debilita la confianza en instituciones y en personas, que son tan esenciales para el orden mundial”, advierte con razón Arthur Gregg Sulzberger, el presidente y editor de The New York Times. (O)