Los trastornos del espectro autista con frecuencia inciden en la comunicación y en la interacción social. Pero eso no impide que las personas que viven con esta condición puedan expresar sus emociones y pensamientos con otros medios, incluso de forma artística. Así lo ha descubierto el novel pintor Adrián Spurrier, quien ya ha protagonizado exposiciones individuales y cuya producción, además, ha empezado a cotizarse gratamente.

Ciertamente, el flamante artista de 40 años no cuenta con un lenguaje verbal, de ahí a que no pueda explicar directamente su obra ni que pueda titular cada una de sus piezas. Pero a través de sus trazos intensos él parece relatar sus pasiones, sus gustos, sus memorias. Aparentemente, lo que lo hace feliz, aunque sus terapeutas advierten que puede resultar arbitrario darle un concepto a lo que él pinta: solo él lo sabe, sin embargo quien lo mira le da su propia interpretación.

La primera exhibición de Adrián Spurrier se desarrolló en la universidad Casa Grande, en octubre. Foto: Cortesía

Adrián empezó a pintar como una manera de encontrar su vocación, recuerda la psicóloga clínica Katia Raad, directora del programa Sujetando (al lado de la psicopedagoga Ana María Bustamante), que trabaja con jóvenes con autismo, o, como ellas dicen, con individuos que miran al mundo de forma diferente.

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“Empezó a pintar con esponjas de cocina y pintura tipo acrílico, sobre unas charolas de madera y quedaban como unos cuadros. Para nuestra sorpresa a él le encantó eso”, relata Raad. Entre las primeras imágenes que evocó Spurrier fue la playa, que identificó con tonos azulados y terra. “Su arte se fue expandiendo y nos dimos cuenta que le gustó mucho. Hoy en día usa pincel y otras herramientas”.

El artista Adrián Spurrier (c) posando con sus padres, Walter Spurrier (columnista de El Universo) y Piedad Ortega. Foto: Cortesía

La pintura de Adrián tiene mucha energía y movimiento, reconocen las profesionales que lo acompañan, a la vez que observan que este camino también le ha ayudado a mejorar su vida en más de un aspecto.

“Hay mucha pulsión, él poco a poco va bordeando las formas que él quiere mostrar, por ejemplo, un pájaro o un colibrí. Entonces parece que el arte le ha permitido a él incluso hacer mejor uso de su cuerpo, si usted quiere hablar de motricidad. Es a partir de lo que él encontró, lo que a él le gusta, lo que le llama la atención, lo apasiona y eso mejora muchos aspectos de su vida, en su relación social con los otros, su tolerancia a otros, a los tiempos de espera, y empieza a ceder en otras cosas que en otras ocasiones no lo hubiera hecho caso, como por ejemplo embarrarse con mucha pintura, ahora es algo que a él lo lo puede ir relajando”, reflexiona Bustamante.

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La importancia de la obra de Adrián Spurrier

La primera exposición de Adrián Spurrier tuvo lugar en la Universidad Casa Grande, en octubre del año pasado. El curador de la muestra fue Saidel Brito, quien indicó que “los nombres y las palabras son pequeñas para el universo del que aquí se habla”.

Hoy en día la producción artística de Spurrier es gestionada y comercializada por Colecciona.Art, plataforma dirigida por Mónica Witmer de Jarrín y Adriana Dueñas Konanz, quienes resaltan la importancia de su producción.

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El mar, la playa, los botes, las olas son una de las constantes en la producción de Adrián Spurrier. Foto: Cortesía

“Tiene un cuerpo de obra con un valor único y es interesante para la ciudad y el mundo, porque el público puede escuchar la voz interior de Adrián. Gracias a su trabajo hay tres grupos de personas interesadas. Primero está la parte académica del arte, luego el mercado y el campo de psicología, con interés de llevar su obra a conferencias”, destaca Witmer.

A decir de la gestora cultural, las piezas de Adrián, que se cotizan entre los $45 (cartulina-cartón) y $384 (lienzos y lona, según su portafolio actualizado a abril de este año), han tenido una grata acogida para coleccionistas dentro y fuera del país, como en Estados Unidos, Suiza, Francia, mercados importantes para el arte emergente.

La naturaleza también se imprime en la obra de Adrián Spurrier. Foto: Cortesía

“Lo que Adrián ha hecho fue abrir un camino para darnos cuenta de que todos somos capaces de poder tener un buen lugar en este mundo, a pesar de que tengamos una mirada diferente de él”, puntualiza Witmer. (E)