Cuando un liberal, a la diestra del espectro político, es contrario a una idea o un producto, no lo apoya, no lo consume. Al contrario, la mayoría de los que están a la siniestra, intentarán que nadie más lo haga, cerrando calles o impulsando leyes para que nadie pueda consumir, imponiendo su criterio a las masas.

Parte del articulado del “Proyecto de Ley Orgánica para la Promoción, Protección y Defensa de los Animales no Humanos”, en la población en general, y en particular en gremio que nos atañe, el gastronómico, ha causado sorna, sobre todo la prohibición de exhibir carcasas enteras de animales no humanos recién faenados, colgados o cocinados, en espacios públicos, vitrinas o locales comerciales.

Es evidente que la vida en general debe ser protegida y respetada, humana, animal y vegetal, así mismo la naturaleza como un todo. También es evidente la necesidad de un marco regulatorio para el efecto. Sin embargo, mucho del Proyecto en mención, sin duda escrito y promovido por algunas plumas no ecuatorianas, raya en lo ridículo, desconociendo una tradición cultural milenaria. Si, milenaria, no solo contraria a la influencia española en nuestro país, sino desconociendo nuestras raíces culinarias Valdivias, para solo mencionar la más antigua.

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El Proyecto, introduce la frase Animales no humanos” 321 veces y pretende legislar el tato que deben tener hasta las amebas y almejas. Hervir agua podría convertirse en un delito, puesto que quizá aniquilaría algún animal vivo invertebradoque en ella se encuentre, por no hablar de la prohibición de utilizar animales muertos, vertebrados o invertebrados, para fabricar carteras o chompas.

Un conocido jurista guayaquileño nos aclara que esta no es una ley que provenga de un Asambleísta trasnochado, sino de la Defensoría del Pueblo, luego de recibir la orden de la Corte Constitucional.

Paradójico que en el mundo estén a favor de este tipo de proyectos quienes defienden los derechos de los animales no humanos a ultranza, incluyendo los animales no humanos preñados, y que estén también a favor de dar muerte a fetos humanos en el vientre de su madre.

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Este proyecto, además de crear más burocracia con enormes facultades, atenta contra la cultura y las tradiciones, obligando al sector productivo alimenticio, a hacer enormes y costosos cambios.

El director de la Asociación de Restaurantes del Ecuador opina que “Esto no se trata sobre resistirse al cambio por nostalgia o apego irracional a las tradiciones; se trata del equilibrio delicado entre progreso ético y salvaguarda cultural. Creo firmemente en la necesidad imperante de dialogar abiertamente sobre estas temáticas para encontrar soluciones intermedias donde puedan coexistir tanto el respeto hacia los animales como hacia nuestras herencias culturales. Creemos que buena parte de la sociedad hemos cambiado en la forma de ver la vida, pero por interesantes que parezcan ciertas formas de vivirla, no implica que obliguemos al resto a adaptarse”. Una posición por demás sesuda.

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Si El Proyecto de ley llegara a aprobase, olvídese de que su restaurante favorito le sirva unos mejillones en su carcaza, o un langostino entero, con cabeza y cáscara. Podría ir preso. (O)