“Viva el Cristo del Consuelo” fue la frase que exclamaron los feligreses a la llegada de la imagen a la plaza en donde está el Monumento a la Fe, ubicado en el sector de El Cisne II.

La figura recorrió más de 21 cuadras como parte de la procesión que lleva el mismo nombre. La escultura estuvo llena de rosas de color blanco y rojo.

Un cordón de seguridad rodeó la imagen para que, en medio de un camino de honor que formaron uniformados de la Policía Nacional, pudiera avanzar hasta los bajos del monumento del Cristo crucificado gigante ubicado en esta plaza.

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‘Necesitamos paz, tranquilidad, por eso vengo a la procesión del Cristo del Consuelo’

Los fieles se tomaron de las manos y corearon: “Cristo del Consuelo, Cristo de mi amor, ven cura la herida de mi corazón”.

La escultura de la Virgen arribó también, en medio del mar de fieles que lanzaron pétalos de rosas.

El arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera, lideró la caminata que salió a las 07:00 desde Lizardo García y la calle A. El vicario del suroeste, José Hinostroza, y los párrocos de Cristo del Consuelo y del Divino Amor también estuvieron en la caminata junto con los claretianos del Cristo del Consuelo.

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La intención principal de este año fue velar por la paz del país y por la conversión no solo en Semana Santa.

En su mensaje, el arzobispo citó una bienaventuranza: “Bienaventurados los que lloran, porque encontrarán su consuelo”.

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La procesión del Cristo del Consuelo movió a más de medio millón de fieles. Foto: Francisco Verni Foto: El Universo

Pidió levantar las manos a los asistentes y expresó: “Dejar de mirarnos como enemigos, dejar de mirarnos como rivales; somos hijos de Dios, somos hermanos, somos compañeros. Basta ya de tanta violencia; que venga la reconciliación y que venga la paz. Dichosos los que lloran, porque Dios viene a consolarlos”.

Cabrera enfatizó que en Ecuador es necesario que haya hombres y mujeres de paz que trabajen para construir un mejor mañana.

A esto le siguió la petición de que los presentes se tomaran de las manos para cantar el padrenuestro.

Dejar de mirarnos como enemigos, dejar de mirarnos como rivales; somos hijos de Dios, somos hermanos, somos compañeros. Basta ya de tanta violencia; que venga la reconciliación y que venga la paz”.

Monseñor Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil

El arzobispo primó en su mensaje la reconciliación y el sufrimiento que atraviesan los ecuatorianos.

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“Hay mucha gente que llora y llora por la traición, llora por el desengaño, llora por la indiferencia, llora por el abandono (...). Dios viene a curar esas heridas con su misericordia, con su ternura. Aquí está la buena noticia, y es que esos dolores, por muy grandes y profundos, podrán ser sanados, curados”, dijo Cabrera.

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Monseñor además pidió a los feligreses que oraran con fervor junto a la imagen, que tiene los brazos abiertos. “Está para acogernos y para decirnos que es posible la reconciliación con Dios, la reconciliación con nosotros mismos”, expresó.

En medio del acto, la niña Bianca Castillo, parte del coro parroquial de Cristo del Consuelo, cantó: “Este es un mensaje al mundo para que dejen de pelear, para que juntos construyamos un camino como hermanos con amor y libertad”.

Los párrocos señalaron que esta es una representación del futuro, de la parte más dulce y sincera: los niños. (I)