Por esta fecha el año pasado estábamos llenos de estrés, comprando regalos y haciendo preparativos de última hora, tomando en cuenta hasta el mínimo detalle para celebrar debidamente esta fiesta tan tradicional y tan significativa.

Este año, aunque por razones enteramente diferentes, también estamos estresados y considerando todos los detalles. El temor a propiciar el contagio de COVID-19 nos ha obligado a replantearnos seriamente cuánta libertad podemos darnos, sin arriesgar nuestra seguridad, al reunirnos familiarmente en este tan importante festejo.

La opción más segura es la más radical: celebrar cada grupo familiar en su casa y programar una reunión virtual a determinada hora con el resto de parientes y allegados, si así lo decidieren. Es imperativo que no organicemos reuniones con mucha gente. Es muy posible que nuestra próxima Navidad dependa de lo que hagamos en esta.

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En los días previos a la fecha podemos visitar brevemente a quienes queremos llevarles un obsequio o un saludo navideño, especialmente a aquellos que nos necesitan, compartiendo con estos seres queridos también la parte espiritual de la celebración.

Por supuesto, el uso de las redes sociales nos facilitará estar en contacto con nuestros amigos en general. Si la Navidad es de los niños, ahora tendremos la ocasión de celebrarla teniéndolos a ellos como protagonistas, cantando villancicos, contando historias relevantes a la natividad, intercambiando regalos al pie del arbolito.

Los adultos pueden compartir y comparar sus propias experiencias navideñas de la infancia. La cena familiar y una sobria sobremesa, durante la cual se debería elevar una oración por quienes ya no están con nosotros, cerrarán el marco de un evento que recordaremos con mucho sentimiento en los años por venir.

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Los niños no se van a afectar por tener una celebración diferente este año; por el contrario, empezarán a descubrir el propósito original de esta fiesta. No creo que tengamos otra oportunidad, tan clara y definida como esta, de recuperar los verdaderos valores de la Navidad.

Tenemos que admitir que el tema central de la celebración se nos había ido de las manos hace mucho tiempo. La Nochebuena en la intimidad del hogar puede llevarnos a evocar el espíritu de antaño: moderación, sencillez, amor, unión familiar. Una verdadera noche de paz, que tanto necesitamos. (O)