Me encantan las historias que tienen que ver con emprendimientos gastronómicos exitosos. Admiro el olfato para encontrar el momento, la creatividad en el uso de productos y recetas, y sobre todo esa conexión que valientes empresarios han logrado para satisfacer el apetito de la gente a lo largo del tiempo.

La cadena Chick-fil-A, la más importante en ventas de sánduches de pollo en Norteamérica, empezó en 1946 como Dwarf Grill, un restaurante de comida variada que se ubicó junto a una importante ensambladora de carros y aprovechó el crecimiento de esta para vender almuerzos a su gran cantidad de empleados. Al fundador, Truett Cathy, se le ocurrió la idea de hacer sánduches al ver que sus clientes, para ganar tiempo, envolvían el pollo antes de comérselo.

No pasaron muchos años hasta que su negocio se especializó en la venta de sánduches de filete de pollo y cambió su nombre usando chick (pollo en Ingles), fil (abreviatura de filete en inglés) y la letra A (por su proteína de primera calidad). Hoy este es el tercer más importante negocio de comidas rápidas a nivel global, solo superado por McDonald’s y Starbucks.

En Laguna Plaza, km 12,5 de la vía a la costa, se encuentra Chick Fale, lo que parece ser la versión local de la reconocida cadena internacional. Obviamente su especialidad también son los sánduches, aunque incluyen en el menú alitas de pollo, macarrones con queso, deditos pollo y una versión de papas fritas con queso derretido y tocino.

Para poder apreciar cómo fue tratada la pechuga de pollo, sentir su textura, jugosidad y sabor, empecé con la más sencilla de sus propuestas, el Original Fale ($ 6,50). Pan de papa, pickles elaborados con receta propia, ensalada coleslaw y una salsa de la casa a base de mayonesa que la llaman Fale. Se notaba que el pollo había sido frito al momento, tenía muy buen sabor y con un excelente manejo a la hora de cocinarlo porque no se sentía grasoso.

La sugerencia del mesero, que se notaba bien entrenado y conocía perfectamente lo que tenían en el menú, fue el teriyaki ($ 7,50). A diferencia del anterior, este tenía cebollas crocantes y una mayonesa picante que contrastaba con la salsa dulce que traía el pollo. Buena mezcla de sabores en donde ni el dulce ni el picante pudieron invadir la sazón que dejaba sentir el filete en cada bocado.

Por último mordí algunas veces el sánduche que tenía salsa coreana ($ 8). Bastante más picante que el teriyaki, pero nada que no se dejara comer. Tenía una ensalada coleslaw que armonizó muy bien y generó una ligera textura, bien rico. En donde deben mejorar es con las papas fritas, son su punto débil y siento que no están a la altura de sus buenos productos.

Se nota que en Chick Fale se han esforzado para montar un espacio de alta calidad. La comida se prepara al momento, pero los tiempos de entrega son bien rápidos y sus pedidos a domicilio llegan bien empacados y sin que se estropeen los alimentos.