Tengo una vieja afición por la cerveza. Esta fue la primera bebida con alcohol que tomé en la vida, y como seguramente les sucedió a muchos, no fue amor a primera vista. Tenía unos ocho años cuando le robé un trago al vaso de mi papá: esa primera experiencia fue terrible, sentí una cosa amarga en la boca que no pude tragar y dije que nunca tomaría de ese líquido amarillo. Pero no pasaron muchos años hasta encontrarme sentado en una mesa del Manantial (Víctor Emilio Estrada y Las Monjas, Urdesa) junto con mis amigos del colegio, disfrutando de una pescuezuda botella de Pilsener.