Desde que existen los maquillajes y las cremas de la piel, las niñas y adolescentes han estado atraídas por ellos. Usualmente por imitar a sus madres, ha sido común que las menores busquen usar maquillajes de juguete y jugar a ser “niñas grandes”. Un juego como cualquier otro. Cuando esas niñas llegan a la adolescencia, empieza el maquillaje de verdad.

Sin embargo, en la actualidad, la obsesión por la perfección estética ha llevado al surgimiento de la cosmeticorexia, un trastorno que afecta cada vez más a niñas y adolescentes. Este término se refiere a la preocupación excesiva y patológica por mejorar la apariencia facial, buscando la perfección, a menudo a través del uso compulsivo de cremas y productos para el cuidado de la piel.

Esto no se trata de maquillaje, se trata de un uso precoz de productos de belleza y antienvejecimiento.

Las redes sociales y la publicidad tienen por supuesto su alta cuota en este juego marketero, pues las redes están inundadas de niñas recomendando y usando productos dermatológicos que a veces incluyen de 6 a 12 productos. Muchas de esas niñas están junto a sus madres. Muchas de sus cuentas están gestionadas por sus padres.

Una nueva tendencia superviralizada en TikTok conocida como GRWM, que es el acrónimo de Get Ready With Me y que en español significa prepárate conmigo, ha contribuido significativamente a difundir esta nueva moda. Las influencers muestran su rutina de belleza previo a la salida a algún evento y muestran una piel perfecta y sin imperfecciones. Un ideal de belleza al que ninguna niña o púber debería aspirar.

Y es que no se trata de vanidad, no se trata de coquetería, no se trata de maquillaje, se trata de perfección, lo que se vuelve una obsesión.

Esto lleva a que puedas escuchar a una niña de 10 años decir que tiene que ponerse corrector de ojeras para asistir a un cumpleaños o a la púber de 11 años que debe hacer su rutina de skincare para poder ir a la primera comunión de su prima.

En los países del primer mundo, son famosos los locales de venta de cosméticos invadidos por niñas de ocho años en adelante, desesperadas por comprar una crema o producto diseñado para la piel de las mujeres adultas. Los dermatólogos ya han reportado el efecto dañino de estos productos utilizados en pieles sensibles como las de niñas entre nueve y doce años.

La insatisfacción constante con los resultados y la sensación de no llegar a esa perfección puede afectar gravemente la autoestima y la salud mental. Una vez que la rutina se vuelve obsesión y en consecuencia un trastorno, las adolescentes y luego adultas pueden desarrollar ansiedad, depresión y una imagen corporal distorsionada, creyendo solo en lograr ese ideal de la piel perfecta. (O)