El tiempo… a veces transcurre en un parpadeo, en otras ocasiones es eterno. Somos capaces de describirlo, medirlo y hasta cuantificarlo monetariamente, pero si hay algo que no podemos hacer, es retenerlo. Pasa inexorablemente, sin detenerse, pero nos deja mirar hacia atrás y observar nuestra huella en el camino recorrido. Y, contemplando esa huella, nos permite aprender de los errores, celebrar los aciertos, y disfrutar de los recuerdos.