Un gran amigo, que ha dedicado sus últimos 20 años al cultivo del palo santo y la producción de sus derivados, me contaba algunos datos sobre este emblemático árbol de la zona costera del Ecuador. Y sus hallazgos me parecieron muy interesantes para lograr una analogía con la necesidad de forjar valores, tan necesarios en el mundo empresarial como en nuestra sociedad. Para eso, les contaré tres hechos sobre el palo santo que me servirán de guía en este proceso:

  1. Solo pueden ser usados los árboles que hayan terminado naturalmente su ciclo vital y cuyo tronco se haya secado. Si se corta un árbol vivo para cosecharlo, su aceite no tendría las mismas propiedades. En la construcción de los valores pasa lo mismo: estos deben ser inculcados desde la infancia en la familia, fortalecidos en la educación, ejecutados en el trabajo y transferidos con el testimonio desde el liderazgo. Es un ciclo que no debe ser cortado antes de tiempo, pues todos sus eslabones son importantes.
  2. Cuando el tronco del palo santo se desintegra sobre la tierra, su resina no permite que crezcan otras especies en ese espacio. Si una cultura tiene claramente definidos sus valores, esta por sí misma se vuelve un escudo que repele comportamientos inapropiados o contradictorios. He visto empresas en las que los directivos, aun en momentos de dificultad, apuestan a sus valores y han salido adelante porque actuaron con sensatez, obteniendo incluso la comprensión de sus colaboradores al demostrar integridad.
  3. El aroma del palo santo produce una sensación de bienestar. Asimismo, en las empresas que practican sus valores se percibe, aun en la distancia, un aroma conciliador en su ambiente organizacional. Desde la comunicación, la forma en que se aproximan a sus clientes, el servicio que otorgan a sus colaboradores, la toma de decisiones y la manera de solucionar los conflictos, todo está impregnado por el bienestar que solo una institución que promueve valores puede ofrecer.

En los tiempos actuales, la realidad nos lleva a ver la necesidad de recuperar nuestros valores. Es un trabajo en el que todos podemos aportar, desde la siembra, la formación y la práctica, y dependerá de nosotros poder percibir el agradable aroma de los valores en nuestras organizaciones, para que este se traslade por contagio a la sociedad. (O)