El cerebro, al igual que el resto de las partes del cuerpo, se ven afectados por el envejecimiento. Esta es una de las razones por las que algunas personas que llegan a los 40 años empiezan a sentir que no recuerdan las cosas de la misma manera que antes o incluso, que no pueden recordarlas con la misma rapidez que cuando eran más jóvenes.
El Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos comenta que es posible que una persona empiece a olvidar pagar alguna factura o pierda algún objeto, esto en general se trata de un olvido leve, no un problema serio de memoria.
¿Qué causa el olvido a los 40 años?
El doctor Guillermo García Ribas, neurólogo en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y miembro del panel de médicos de la Confederación Española de Alzheimer y otras Demencias, explicó al portal Público que “La inmensa mayoría de las personas a partir de los 35 o 40 años, empieza a experimentar olvidos puntuales en hechos cotidianos, como no recordar dónde dejaron las llaves o cómo llegaron a un lugar”.
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Aclara que la causa más habitual de estos despistes suele ser la falta de descanso nocturno, ya que, según indica “el sueño es muy importante para la consolidación de recuerdos”, otra razón puede ser la presencia de preocupaciones y problemas, en especial si sufre trastornos de ánimo o ansiedad.
¿Cuándo empiezan a ser preocupantes los problemas de memoria?
Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los problemas patológicos comienzan a partir de los 65 años, no suele ser habitual que aparezcan antes. También que cuando alguien empieza a tener problemas de memoria más graves como el Alzhéimer, resultan afectados otros procesos como el cálculo, el lenguaje, la expresión, la orientación y la capacidad de planificar. Estos son algunos de los síntomas que se deben tomar en cuenta:
1. Hacer las mismas preguntas repetidamente.
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2. Perderse en lugares conocidos.
3. No poder seguir instrucciones.
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4. Confundirse con el tiempo, las personas y los lugares.
5. No cuidarse de sí mismo: no alimentarse bien, no bañarse o comportarse de manera insegura.
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