Durante este feriado de agosto se podrá apreciar un singular suceso astronómico. Entre las 23:00 del 11 de agosto y las 05:00 del 12, se podrá observar una conjunción: la Luna pasará muy cerca de Saturno en el cielo occidental.

Ambos astros serán visibles a simple vista, pero con binoculares o telescopio, indica el Observatorio Astronómico de Quito. Para divisar el suceso será necesario mirar hacia el oeste para encontrar este dúo celeste.

Conocido desde tiempos antiguos y observable a simple vista desde la Tierra, Saturno no solo destaca por su tamaño, sino por su complejidad física, su belleza visual y su potencial para ayudarnos a comprender el origen y evolución de los planetas.

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Es el sexto planeta desde el Sol y el segundo más grande del sistema solar, solo superado por Júpiter. Su diámetro alcanza los 120.536 kilómetros, lo que equivale a casi nueve veces el tamaño de la Tierra, y su masa es unas 95 veces mayor. A pesar de su tamaño, es sorprendentemente liviano: si existiera una piscina gigantesca, Saturno flotaría en el agua, ya que su densidad es menor a la del líquido vital (0,69 g/cm³).

Un año en Saturno —el tiempo que tarda en completar una órbita alrededor del Sol— equivale a 29,5 años terrestres, mientras que su rotación es vertiginosa: un día dura apenas 10,7 horas.

Si hay algo que distingue a Saturno de cualquier otro planeta son sus anillos, visibles incluso con telescopios modestos desde la Tierra. Se extienden hasta 282.000 kilómetros del planeta, pero tienen un grosor promedio de apenas 10 metros. Están formados por miles de millones de fragmentos de hielo, roca y polvo, y se dividen en siete grupos principales: A, B, C, D, E, F y G.

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Aunque durante mucho tiempo se pensó que eran eternos, hoy los astrónomos creen que podrían desaparecer en unos 100 millones de años, víctimas de un fenómeno conocido como “lluvia de anillos”, en el que las partículas caen lentamente sobre el planeta.

Hasta la fecha, se han confirmado 145 lunas orbitando Saturno, un número que lo posiciona como el planeta con más satélites del sistema solar, superando incluso a Júpiter. Dos de estas lunas destacan por su especial interés científico:

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  • Titán, la mayor de ellas, es más grande que el planeta Mercurio y posee una densa atmósfera compuesta principalmente de nitrógeno. En su superficie se han encontrado lagos y ríos de metano y etano líquidos, en un entorno químicamente similar al de la Tierra primitiva.
  • Encélado, en cambio, es mucho más pequeño pero extraordinario: bajo su corteza helada se esconde un océano global de agua líquida. Chorros de vapor de agua y compuestos orgánicos emergen de su superficie, lo que lo convierte en uno de los lugares más prometedores para buscar vida extraterrestre.

Desde la Tierra, Saturno ha sido observado desde la antigüedad, pero fue en el siglo XVII cuando Galileo Galilei lo vio por primera vez con un telescopio. Desde entonces, ha sido visitado por múltiples sondas espaciales, entre ellas:

  • Pioneer 11 (1979): ofreció las primeras imágenes cercanas.
  • Voyager 1 y 2 (1980-1981): revelaron detalles de sus anillos y lunas.
  • Cassini-Huygens (2004-2017): fue la más ambiciosa y detallada misión hasta ahora. Orbitó Saturno durante 13 años y desplegó una sonda, Huygens, que aterrizó en Titán, marcando un hito histórico.

Aunque se encuentra a 1.430 millones de kilómetros de la Tierra —unas 9,5 unidades astronómicas—, la influencia de Saturno va más allá de la distancia. Desde su impacto en la cultura y la astrología hasta su importancia científica, este planeta sigue inspirando a investigadores y soñadores por igual. (I)