En las pintorescas y montañosas calles de Quito, la venta de leche de chiva (o cabra, como son conocidas) se ha convertido en una tradición arraigada, que proporciona a los habitantes de la ciudad un producto fresco y beneficioso para su salud, o al menos así es el mensaje con el que los vendedores ofrecen este líquido.

Manuel Escorza, de 42 años, es uno de los trabajadores dedicados a llevar este producto directamente de las chivas a los ciudadanos, una labor que realiza desde hace seis meses.

Desde el sector de Tiwintza, en el barrio Pisulí, Manuel parte cada día a las 05:00. Este barrio, ubicado en el norte de Quito y a las faldas del volcán Pichincha, alberga en un terreno a las cerca de 200 chivas que salen a deleitar a los transeúntes con su nutritiva leche.

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Con cuatro de estos animales, Manuel trabaja hasta las 14:00, ofreciendo dos presentaciones del producto: un vaso pequeño por $ 0,50 y uno grande por $ 1,00.

Los beneficios de la leche de chiva son ampliamente reconocidos por los habitantes de la ciudad, aunque muchos de ellos forman parte de los mitos de la ciudad. Así, Manuel cuenta que tiene clientes que consumen por sus propiedades para el asma, los pulmones, los huesos, el estrés, las várices e “incluso el mal de amor”, recalcó entre risas.

QUITO.- Manuel Escorza, de 42 años, camina por las calles del centro histórico de Quito, vendiendo leche de chiva. Foto: Alfredo Cárdenas.

Sin embargo, la labor de Manuel no está exenta de obstáculos. A menudo, se ve obligado a escapar con sus chivas para evitar ser detenido por los policías municipales que custodian el centro histórico de la capital.

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A pesar de los desafíos, Manuel se enorgullece de mantener la limpieza de las calles por las que transita. Con fundas especiales, recoge las necesidades biológicas de sus chivas para preservar la higiene de la ciudad.

A lo largo de su recorrido, que abarca desde el sector de San Roque hasta el Playón de La Marín, Manuel y sus colegas continúan llevando esta venta centenaria a las calles históricas de Quito, asegurando que sus habitantes tengan acceso a un producto fresco y saludable.

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Información nutricional

Según la nutricionista clínica Jennifer Yépez, las investigaciones sostienen que la leche de chiva o cabra tiene un mayor tipo de digestibilidad. Tiene un menor índice de alergias por su alta carga de proteína.

“Generalmente los niños o pacientes sensibles a la lactosa no suelen presentar tantas alergias con lo que es leche de chiva. En cuanto a propiedades de calcio, tiene por ahí el mismo rango que la leche de la vaca. Muchas veces se suele recomendar para pacientes que tienen anemia ferropénica, porque es alto en hierro”, añade.

Este tipo de leche también es atractivo para los consumidores que prefieren evitar químicos u hormonas en los animales, las chivas solo se alimentan de pasto o balanceado, por lo que se convierte en una buena opción natural.

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Sin embargo, Yépez señala que no se han descubierto propiedades curativas para una enfermedad en especial, “mucho menos para el mal de amor”, agrega con una sonrisa.

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Lo que sí destaca es que este alimento tiene buena cantidad de zinc, selenio, que son antioxidantes para proteger la inmunidad del cuerpo. También tiene vitaminas B5 y B12. “Entonces, para protegerse, en cuanto a infecciones virales, sí, pero 100 % decir que puede curar una enfermedad como tal, no”, argumenta.

Finalmente recomienda que se pueda hervir la leche antes de consumir, pues esto elimina la brucelosis, que son bacterias comunes en este tipo de alimento. También que se verifique que las manos de quien ordeña a las chivas se encuentren limpias, al igual que la zona de las ubres. (I)