La pérdida de influencia de la denominada partidocracia, entendida como los partidos tradicionales del país, muy cuestionados por el Gobierno de Rafael Correa, dio paso a la multiplicación de los movimientos políticos, a lo que algunos analistas han llamado la movimientocracia.

El cambio de era se resolvió en las urnas, sobre todo a partir de la llegada al poder de Correa, en enero del 2007, de la mano de un conglomerado de organizaciones de izquierda aglutinadas en el movimiento Alianza PAIS.

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Tras la ruptura durante el régimen de Lenín Moreno (2017-2021), la facción correísta derivó en el ahora conocido como movimiento de la Revolución Ciudadana (MRC).

El número total de organizaciones políticas se incrementó un 220 % entre las elecciones presidenciales y legislativas del 2002 y las seccionales de este 2023, es decir, durante los últimos 21 años se pasó de 87 a 279.

‘Los requisitos para crear organizaciones políticas deben ser más estrictos, se requiere calidad del sistema democrático, no cantidad’, dice Enrique Pita, vicepresidente del CNE

En este periodo, en los sufragios presidenciales y seccionales del 2009, los primeros realizados bajo los lineamientos de la actual Constitución, se alcanzó la cifra récord de 508 organizaciones activas.

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El mayor aumento se registra en el número de movimientos cantonales, que pasaron de 73 en 2004 a más del doble, con 174, habilitados en la actualidad, según las últimas cifras del Consejo Nacional Electoral (CNE).

Mientras que la cantidad de partidos se redujo un 54 % del 2002 al 2023, al pasar de trece a seis que hoy están activos.

Un total de 279 organizaciones políticas estuvieron habilitadas para los últimos comicios de febrero pasado, según el CNE.

De estas, seis partidos y once movimientos nacionales podrán presentar candidaturas de binomio presidencial y listados para seleccionar a los quince asambleístas nacionales y a los seis que representan a los ecuatorianos que viven en el exterior, de forma exclusiva, en las próximas Elecciones Presidenciales y Legislativas Anticipadas 2023, previstas para el 20 de agosto próximo.

También pueden postular para ocupar las 116 curules restantes de la Asamblea, que representan a las 24 provincias del país.

Además, un total de 69 movimientos provinciales podrán postular para ocupar las 116 curules del Legislativo, en las provincias en las que están habilitados.

La Constitución del 2008, acuñada durante el correísmo, abonó el marco legal para el declive de la partidocracia haciendo diferencias entre los partidos y movimientos.

Una de ellas es que los primeros son solo de carácter nacional, por lo que deberán estar vigentes en al menos el 50 % de las provincias del país. En cambio, los movimientos no deben cumplir con una serie de requisitos que observan los partidos, como el de tener presencia en un número mínimo de provincias.

A los partidos se les exige afiliaciones, mientras que a los movimientos solo adhesiones.

La falta de un líder y de una ‘buena’ base política hacen que partidos y movimientos desaparezcan en Ecuador, pero otros recurren a las alianzas como tabla de salvación

Unas condiciones más igualitarias dependen de una reforma que es urgente, dice el analista político Simón Pachano.

“Hay que reducir el número de organizaciones políticas. Es absurda la diferencia entre partidos y movimientos, porque tienen las mismas facultades, y lo que se debe hacer es exigir que todos tengan las mismas condiciones. La política tiene que hacerse con afiliados y no con unas cosas que se llaman movimientos, que tienen unas personas que por allí son simpatizantes (adherentes), que además pueden dar su firma para varios”, asegura Pachano.

La reforma impulsada por el correísmo, agrega, fue pensada con el fin de que la agrupación que estaba en el poder no se convirtiera nunca en un partido. “El fin era mantenerse como esa cosa mal llamada movimiento, que no les exige una institucionalización, una formalización, y así pueden tener a un líder que toma todas las decisiones. Estas bajan a las instancias inferiores, que no son orgánicas: son simplemente instancias receptivas que ejecutan las cosas”.

Entonces, el primer cambio pasa por exigir que todos sean partidos políticos. El segundo es que solamente los partidos de carácter nacional puedan presentar candidaturas para dignidades nacionales, anota Pachano.

“Ahora los movimientos provinciales pueden presentar candidaturas para la Asamblea en representación de las provincias, pero este es un órgano de carácter nacional que trabaja para el país en su conjunto, que elabora leyes, que controla al Ejecutivo y puede destituir a las autoridades nacionales”.

Los asambleístas provinciales son un cargo nacional, por lo que los movimientos provinciales no deberían tener la facultad de postular. “No somos un país federal para tener representación provincial; somos un Estado unitario y lo que se elige en cada provincia es un número de legisladores que van a una cámara, que además es única y representa al conjunto del país. Por lo tanto, no deberían tener la facultad de presentar candidaturas para esos cargos de carácter nacional”, indica el analista.

Enrique Pita, vicepresidente del CNE, afirma que tras la muerte cruzada determinada por el presidente de la República, Guillermo Lasso, se escogerá el 20 de agosto próximo al binomio presidencial y a los 137 miembros del Parlamento de los listados postulados por las organizaciones políticas ya inscritas y reconocidas.

“Solo las que están vigentes. Si en este momento hay una que ha completado la tramitación y que nos obliga como CNE a conocerlo, igual ya no podrán participar, porque la convocatoria (a elecciones) está hecha y las organizaciones políticas están en todo su proceso de primarias internas”, señala Pita.

En la última sesión del pleno del CNE, realizada esta semana, el organismo aprobó la entrega de la clave informática para que cuatro organizaciones políticas de carácter nacional puedan imprimir los formularios en los que deben recoger las firmas que permitan su inscripción oficial.

“Cuatro más de las que ya tenemos; entonces, uno dice: ‘¿De dónde salen tantas firmas?’. Allí hay que reconocer la debilidad de la Función Electoral respecto a la calificación de las firmas. Todo esto es un trabajo manual; no hay datos biométricos para que el análisis pueda ser digitalizado”, manifiesta.

El debilitamiento de la llamada partidocracia se dio como parte de un contexto mundial de rechazo y crítica hacia los partidos considerados tradicionales en los países, indica la publicación Enciclopedia de la política, del expresidente de la República Rodrigo Borja Cevallos.

“Han estado vinculados a demasiados escándalos financieros en los últimos tiempos. Han protagonizado actos de corrupción desde el poder”, relata Borja.

Si a la partidocracia se la define como un término que se ha usado en algunos países en donde hay Gobiernos de partidos que se van alternando en el poder, como en Italia, pues en Ecuador nunca la hubo, dice Pachano.

“El problema es que la palabra fue muy utilizada por personas, como Rafael Correa (2007-2017), por quienes querían destruir a los partidos porque de esa manera podían tener un control muy amplio de los espacios políticos en general”, asegura.

Los carteles publicitarios de los partidos políticos ya extintos aún funcionan como pared o techo en sectores populares; hay de Álvaro Noboa y de Abdalá Bucaram

En la Enciclopedia de la política de Borja “se designa con esta palabra al régimen en el cual los partidos son los que toman las más importantes decisiones de la vida política estatal, desde el lanzamiento de los candidatos a los cargos electivos hasta el control de los elegidos y el sometimiento de ellos a la disciplina partidista en el ejercicio de sus funciones públicas”.

El término tiene una connotación negativa, lo que resulta paradójico, escribe Borja, porque los partidos son elementos sustanciales de una democracia: “La partidocracia ha devenido en un fenómeno antidemocrático porque escamotea los derechos de la gente y mediatiza su participación política (...). Este sentido peyorativo de la palabra se explica por el poder incontrolado que ellos han alcanzado en algunos lugares en perjuicio de los derechos de los ciudadanos”.

Sin embargo, esto no invalida la tesis de que los partidos políticos son elementos indispensables de la democracia, agrega Borja: “No hay democracia sin partidos. Estos son los intermediarios entre la sociedad y el poder. Se encargan de recoger, encauzar, enriquecer y canalizar las difusas aspiraciones populares y presentarlas ante quienes ejercen la autoridad pública. El hombre aislado carece de fuerza. Son las agrupaciones políticas los sujetos de la vida pública del Estado”. (I)