En toda gestión municipal hay aciertos y desaciertos que al final pasan factura al término de cada periodo de cuatro años.

En el caso de Guayaquil, el matrimonio de la mayoría del electorado con el Partido Social Cristiano (PSC) culminó en estas elecciones 2023 tras más de 30 años de gestión en la Alcaldía.

Los aciertos en estas tres décadas se centran en la obra física, como la expansión de las redes de agua potable y alcantarillado, vías, pasos a desnivel, obras de regeneración urbana, un sistema de transporte masivo (Metrovía y Aerovía) y la restauración de malecones y parques, entre otros aspectos positivos que reconocen dirigentes de la ciudad consultados.

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Pero hay aspectos negativos, como la mano dura en el momento de controlar el comercio informal y ambulante, la represión para sofocar las manifestaciones y una reducida tolerancia ante los cuestionamientos de dirigentes que no eran afines al PSC, los que incluso eran retenidos en su momento por los policías metropolitanos.

La Administración socialcristiana culminará en mayo próximo tras casi 31 años de gestión en la Alcaldía.

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Los socialcristianos tomaron el poder local tras un periodo turbulento en el que la ciudad enfrentó lo que se conoce como “las crisis de los alcaldes”, según indica Luis Gómez, expresidente de la Federación de Barrios Suburbanos de Guayaquil, con una serie de cambios de autoridad por elección, sucesión y designación.

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En este periodo (1978-1992), el Sillón de Olmedo fue ocupado por Antonio Hanna (destituido por un caso de corrupción), Cali Bajaña, Abdalá Bucaram, Jorge Norero, Jorge Perrone, Elsa Bucaram y Harry Soria.

Guayaquil estaba destruida con una crisis muy profunda, y los asentamientos populares fueron los más afectados. En ese momento habían repartido las tierras en el norte (lo que hoy es Bastión Popular). Hicieron salir a Carlos Castro (traficante de tierras) del Guasmo y se tomaron el norte cerca de Pascuales y lo crearon. Todo eso fue un diseño para el cual los socialcristianos, después del gobierno de León Febres-Cordero en la Presidencia de la República, se prepararon para tomar el control de la ciudad a partir de 1992″, dice.

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Así es como fue creciendo la ciudad bajo un sistema de invasiones de terrenos, que después iban siendo asimilados a la parte urbana más consolidada con obras a cambio del apoyo de sus habitantes en las urnas, acota.

La era de León Febres-Cordero (1992-2000), el inicio de todo

El expresidente de la República León Febres-Cordero inauguró el primer periodo de esta era cuando asumió el cargo en agosto de 1992, en el que permaneció hasta el mismo mes de 2000.

César Cárdenas, director del Observatorio Ciudadano de Servicios Públicos de Guayaquil, recuerda de ese entonces a un Febres-Cordero centrado en modernizar la sede de la Municipalidad en el centro de la ciudad, la que cerró y reorganizó con el retiro de personas que cobraban sueldo sin labores fijas (piponazgo).

Además, hizo los cimientos e inauguró la primera etapa del Malecón 2000 con una forma de financiamiento que convocó a la ciudadanía para contribuir y aportar. “Las personas, empresas y organizaciones dieron su aportación. Recuerdo que una de las contribuciones era dos dólares por cada cheque que se hacía”.

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El mejoramiento del entonces nulo servicio de recolección de basura, la transformación de las zonas céntricas, la construcción de vías y pasos a desnivel, al igual que la reorganización de la plaza ambulante a lo largo de la calle Pedro Pablo Gómez hacia el interior de mercados más aseados y seguros, son algunas de sus acciones en el periodo 1992-1996.

La primera etapa del Malecón 2000 fue inaugurada en el periodo de León Febres-Cordero, pero la mayor parte de la obra se culminó en el de Jaime Nebot. Foto: API

Este avance en el ornato en algunas partes de la ciudad resultó contraproducente, indica Cárdenas, ya que las barriadas del sur, como Guasmos e isla Trinitaria, y del norte (Bastión Popular, Flor de Bastión y Vergeles) lucían desatendidas, con servicios básicos insuficientes y deficientes.

“Sus habitantes tenían al inicio la sensación de que solo se hacían obras en las partes más céntricas de la ciudad. Todavía no llegaba la obra pública al Guasmo; no había alcantarillado, calles ni relleno, lo que nos obligaba a protestar. Teníamos problemas de transporte público. Los buses, por ejemplo, solo pasaban a lo largo de la avenida 25 de Julio, hasta el puerto marítimo. La gente que vivía en las inmediaciones de esta vía tenía que ingeniarse para llegar y poder movilizarse”, afirma Cárdenas.

La situación originó protestas que llegaban al pie de la sede de la Municipalidad de Guayaquil.

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Cárdenas, quien inició su labor con el movimiento Mi Cometa, en 1990, en el Guasmo, en el sur de la ciudad, estuvo retenido en la conocida cárcel municipal (que hoy es el Mercado Municipal Este, ubicado en Gómez Rendón y Chimborazo) por tres días, acusado de escándalo público en el segundo periodo de Febres-Cordero (1996-2000) junto con Diógenes Hurtado (+) y Vicente Martínez.

“Una de las características del socialcristianismo es la política poco tolerante ante las críticas y reclamos. Ya después sí hubo el interés de incorporar a los sectores populares a través de la obra pública. Eso destaco de Febres-Cordero. Lo negativo es que no escuchaban a la gente y hacían las cosas en función de lo que ellos consideraban: la prepotencia y el uso de la violencia y la persecución de los metropolitanos”, asegura Cárdenas.

El parque Centenario, en el centro de la ciudad, luce cercado y tiene el resguardo de los policías metropolitanos. Foto: El Universo

Gómez indica que Febres-Cordero introdujo el concepto empresarial en la administración pública municipal. “Comenzaron las creaciones de algunas instituciones internas para el manejo. Con la obra en el Malecón fue asentando una presencia muy importante en el Municipio y, por otro lado, en la distribución territorial”.

Así ganó confianza entre los electores, lo que finalmente allanó el camino para que fuera reelecto en 1996, y que después su sucesor fuera Jaime Nebot, del mismo partido.

En el periodo de Febres-Cordero se inició la proyección de la ciudad con dos puntos estratégicos: la modernización del aeropuerto y el puerto de aguas profundas en Posorja. “Su trabajo fue bajo el criterio de lo que representaba: el sector empresarial, bancario y exportador. Bajo esa característica, les dio poder a los grupos económicos cercanos al PSC. Allí le traspasó la posta a Nebot”, dice Gómez.

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De su administración se destaca el sistema de transporte público y masivo Metrovía, inaugurado en 2006, que conecta la ciudad de forma más ágil, en el sentido norte-sur. “Es un gran aporte a la transportación pública, pero quitó líneas de buses que atendían a los barrios y llevaban a la gente hasta el centro de la ciudad”, afirma Cárdenas.

La conexión este-oeste de forma directa se dificulta en la ciudad a través del transporte público. Hay ciudadanos del cuadrante sureste que deben ir al centro en Metrovía y retornar para ir al cuadrante suroeste.

“Hay gente que usa hasta dos líneas de buses más la Metrovía para llegar a sus destinos”, agrega el dirigente.

El sistema Metrovía queda inconcluso, ya que hay tres troncales habilitadas de las siete previstas. Una está construida, la que justamente enlaza el suburbio, en el suroeste, con el centro y las otras zonas atravesadas por los articulados que van por los carriles exclusivos.

Lo negativo, coinciden los consultados, es la forma de imponer los proyectos y su estilo de construir la ciudad con tintes autoritarios.

La colocación de cercas en los parques, que son cerrados por las noches y madrugadas, y la preferencia en su momento de especies introducidas del exterior (como palmeras), dejando de lado los árboles nativos, motivaron críticas de urbanistas y ecologistas.

El Municipio informó en su momento que era la forma de mantener el cuidado y ornato de las obras que realizaban.

La Metrovía ha recuperado el 53 % de la demanda de pasajeros que tenía antes de la pandemia del COVID-19, según la agencia que regula su operación. Foto: Ronald Cedeño

Con Nebot se amplió el mejoramiento del ornato con el programa de regeneración urbana, la creación de nuevos espacios con malecones y parques, red de mercados, vías, puentes y la expansión de las redes de agua potable y alcantarillado a través de la concesión privada de este servicio a Interagua en abril del 2001.

También, los túneles que atraviesan los cerros Santa Ana, El Carmen y San Eduardo.

En su periodo se crearon las fundaciones como un mecanismo de administración que permitió la remodelación del terminal terrestre y el aeropuerto de la ciudad.

“En el modelo y proyecto socialcristiano estaba apropiarse de las empresas que proveen estos servicios traspasando la competencia por concesión”, asegura Gómez.

Otro de sus logros fue la rehabilitación de las escalinatas del cerro Santa Ana, que se convirtió en un atractivo turístico luego de que era considerado zona roja por sus altos niveles delincuenciales.

Una de las demandas es que se someta a concurso público la entrega del derecho de uso de los caramancheles y locales en las calles y sitios concurridos de la ciudad, como paradas o los malecones. “Se han dado bajo acuerdos con gente cercana a ellos”, asegura Cárdenas.

Otro aspecto negativo es la utilización de la obra pública para fines políticos. “Empezaron a realizar obras en los barrios donde había gente alineada al PSC; y donde no estaban, pues, se hacía menos o nada. Aquí podemos nombrar a Monte Sinaí, en el noroeste”, agrega.

Hay cooperativas en Monte Sinaí, en el noroeste de Guayaquil, que no tienen servicios básicos.

“Las hacen en función del control político: ‘Yo te doy, pero tú a mí me das y me respondes con el compromiso electoral’. Así hacen las obras de servicios básicos en Guasmo y parte del norte”, indica Gómez.

En el periodo de Cynthia Viteri (2019-2023) finaliza la era socialcristiana en Guayaquil

La alcaldesa Cynthia Viteri, que buscaba la reelección en las elecciones 2023, pierde con mayor énfasis en los nuevos sectores de asentamientos irregulares, como en el noroeste de la ciudad.

En la parroquia Pascuales, de la circunscripción 2, que abarca zonas como Monte Sinaí, Bastión Popular, Flor de Bastión, Paraíso de la Flor, Orquídeas, Vergeles, Sergio Toral y El Fortín, Aquiles Álvarez, del movimiento Revolución Ciudadana, acumuló 49,97 % de los votos válidos; mientras que Viteri, de la alianza del PSC con el movimiento Madera de Guerrero, obtuvo el 25,26 %, una diferencia de 24 puntos, con el 98 % de las actas escrutadas.

En áreas más consolidadas de la ciudad, pero con serios problemas de inseguridad, la diferencia fue menor. En la porción de la parroquia Tarqui que está en la circunscripción 2, que incluye zonas populares, como Florida, Prosperina, Martha Roldós, Juan Montalvo y Socio Vivienda, Álvarez alcanzó el 31,89 % de los votos válidos; mientras que Viteri, el 22,49 %, una diferencia de nueve puntos, con el 98 % de las actas escrutadas.

Viteri solo gana con una diferencia de cinco puntos por encima de Álvarez en la circunscripción urbana 3, que abarca las parroquias del centro de la ciudad y sus inmediaciones y las partes de Tarqui que incluyen a Sauces, Alborada, Atarazana, Los Ceibos, Urdesa, Vía a la Costa, Guayacanes, Miraflores, Bellavista y Garzota.

Al igual que en el distrito cuatro, que alberga a las cinco parroquias rurales de Guayaquil, con una diferencia de casi tres puntos por encima de su contrincante Álvarez.

Una de las primeras acciones de Viteri fue la ejecución del plan de Prevención y Erradicación de Adicciones a las Sustancias Psicotrópicas y Estupefacientes. que incluye al hospital Bicentenario para la atención tras la pandemia.

Y en diciembre de 2020 inaugura la Aerovía, una obra iniciada por su antecesor Nebot y que no ha tenido la acogida esperada en el número de usuarios que se trasladan entre Durán y el centro de la ciudad.

A esto se suma la inversión social con comedores populares y centros para la atención de las personas con discapacidad.


Gómez señala que Viteri surge desde la época de Febres-Cordero y luego con Nebot.

“Tuvo un posicionamiento inicial como asambleísta y fue candidata a la Presidencia de la República. Luego entró en un proceso degenerativo porque no pudo con el manejo político de la ciudad. Ella quiso controlar a los dirigentes, pero la comunidad lo tenía claro. Pensó al igual que Nebot que la gente le iba a dar el voto, la tenían bien convencida a cambio de ciertas obras que había hecho en sitios como el Suburbio, pero finalmente no fue así”.

Cristian Carpio, analista político, indica que el mal desenvolvimiento que tuvo Viteri en la Alcaldía termina afectando fuertemente a un partido que había sido tradicional y fuerte en esta zona del país. El PSC tiene un aparataje importante en toda la provincia, y la ciudadanía se decantó por un cambio, afirma.

“Hay que tomar en cuenta que el PSC está implosionando. La implosión se inició desde adentro. Comenzaron con muchos problemas para definir las candidaturas; grandes figuras del PSC dieron un paso al costado o se distanciaron, y la ratificación de las candidaturas de Viteri y González ahondaron estas diferencias”, agrega.

“No creo que el PSC llegue a desaparecer, pero sin duda alguna es su peor momento y es la crisis más fuerte que ha tenido. Podemos decir que, desde el retorno a la democracia hasta la actualidad, el PSC fue el único partido que subsistió a todos los sismos políticos frente a otros movimientos que se quedaron o resurgieron. El PSC se sostuvo gracias al apoyo de Guayaquil y Guayas; estas zonas fueron su bastión”, asegura Carpio. (I)

El programa municipal "Por un futuro sin drogas" incluye a terapeutas que ayudan a los pacientes con sus adicciones en el hospital Bicentenario de Guayaquil. Foto: AFP