A Guayaquil, más allá de su avance innegable en muchos aspectos, le ocurre que sus administradores siempre tienen una contestación: al problema relacionado con el agua, le echan la culpa al agua; un barco que se choca contra un puente, la culpa es de puente, etc.


Es indiscutible que Guayaquil y su área metropolitana constituye el mayor polo de desarrollo del país, cuyo progreso en los últimos 30 años, es difícil contradecir o criticar. Sin embargo, más allá de un avance innegable en muchos aspectos que nos tomaría muchas páginas para destacar, es imposible abstraerse de circunstancias que forman parte del quehacer, sobre todo de los sectores más desprotegidos de la población.

La mayor parte del año nuestra ciudad sufre por el deficiente estado de los sistemas de abastecimiento de agua potable y de evacuación de aguas servidas, por falta de un adecuado o por un nulo mantenimiento, más allá de lo obsoleto del sistema, pretexto que nunca terminará; las calles son sometidas a un deficiente mantenimiento o bacheo; la pavimentación de vías nuevas se intensifica en época electoral, etc. En época de lluvias que recién empiezan pequeñas, ya se comienza a sentir el deficiente estado del sistema de evacuación de aguas lluvias; se inician deslizamientos de tierra y casas en zonas de asentamientos irregulares; los problemas asociados con la recolección de la basura se acentúan en el que hay mucha irresponsabilidad de algunos ciudadanos; etc. Estos problemas se deben, seguramente, a la conveniencia de muchos, la falta de un plan de prevención de riesgos, de adecuadas planificación y coordinación, cuya responsabilidad sin duda recae sobre el administrador de turno y sus unidades ejecutoras, ya que atentan, entre otros aspectos, al buen vivir, la movilidad y al comercio que no se alcanzan a recuperar de la pandemia.

Publicidad

Es increíble escuchar en la actual campaña electoral una ráfaga de ofertas para ‘solucionar’ los problemas de siempre, y otros como regalar alimentos, medicinas, cervezas, exonerar pagos, condonar deudas, acabar con la delincuencia, etc.; haciendo de los administradores de turno y de los que piensan serlo, personas que solo quieren burlarse de la ciudadanía.

En Guayaquil cuando ocurre algo, los administradores siempre tienen una contestación: al problema relacionado con el agua, le echan la culpa al agua; un barco se choca contra un puente, hay que eliminar el puente; los pájaros constituyen peligro para la navegación aérea y la solución pasa culposamente de mano en mano; etc. ¿Será que nuestra ciudad padece de una pandemia generalizada de irresponsabilidad de quienes nos representan por elección o delegación? (O)

Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil especializado en hidráulica, Guayaquil