La ola de violencia que sufrimos nos genera rabia e impotencia. Nos impulsa a normalizar vivir en un permanente estado de excepción, mientras la violencia no para.

Vivir sumidos en el miedo lleva a muchos a admirar y hasta a tratar de imitar a ciertas figuras. Vemos en este escenario a un Nayib Bukele, hace pocos días, celebrando su segundo mandato, con los aplausos de varios presidentes, entre los que estuvo el ecuatoriano Daniel Noboa. Según información oficial, Noboa y Bukele se reunieron para hablar sobre su “Plan de Control Territorial” y otras políticas implementadas en El Salvador para la “notable mejora de la situación de seguridad en El Salvador”.

El cazador de monstruos

Bukele, más que cárceles

Bukele, al igual que Noboa, ha declarado constantes estados de excepción desde que inició su mandato. En 2022, convocó a la Asamblea Legislativa para que aprobara un decreto de emergencia por 30 días, el cual se ha prorrogado 20 veces.

Según la ONG Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), “El Salvador está utilizando lo que debería ser una medida de emergencia temporal como una estrategia de seguridad ciudadana a largo plazo que restringe los derechos constitucionales y otorga al Estado el poder de llevar a cabo detenciones masivas arbitrarias, torturas y malos tratos, lo que incluso ha llevado a muertes bajo custodia”.

Bukele ha encarcelado a más de 105.000 personas a la fecha. Tiene la tasa de encarcelación más alta del mundo. Mientras tanto, la economía del país sigue estancada. De acuerdo con la CEPAL, entre 2021 y 2022, la pobreza en El Salvador disminuyó un 0,5 %. La pobreza extrema aumentó un 0,3 %.

Nayib Bukele le dice a los salvadoreños que ahora deben “curarse de la mala economía”

Presidencias absolutistas

En 2022, la escolaridad promedio de la población económicamente activa a nivel nacional fue de 8,8 años; significativamente inferior al promedio de América Latina. Además, el 23,5 % de la población de entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja lo que contribuye a que sea reclutada por pandillas.

Bukele goza de una gran popularidad. La violencia de las pandillas parece haber disminuido, sin embargo, la falta de acceso público a estadísticas de homicidios y otros delitos limita la posibilidad de verificar la exactitud de los reportes gubernamentales. Human Rights Watch (HRW) asegura que el Gobierno ha cometido violaciones generalizadas de derechos humanos, incluyendo detenciones arbitrarias masivas, desapariciones forzadas, malos tratos en prisión y violaciones del debido proceso.

Para la oposición las cuentas no cuadran, pero es poco lo que puede hacer porque Bukele controla al Congreso, a todos los poderes del Estado y ha dotado de grandes poderes a Fuerzas Armadas y Policía. Según Human Rights Watch, el segundo mandato de Bukele agrega mayor riesgo para que utilice todo el andamiaje jurídico creado contra las pandillas para detener, procesar y acosar aún más a periodistas, críticos y opositores.

Para la prensa salvadoreña el trabajo es cada día más difícil y muchos han tenido que salir del país por temor a sufrir acoso o detenciones arbitrarias durante el régimen de excepción.

¿Algo que aplaudir? (O)