Me cuesta recordar otra exportación agropecuaria ecuatoriana que haya aumentado y sostenido tanto su precio como el cacao en grano. Veamos las proporciones de este aumento: durante 18 años, desde enero del 2005 a enero de 2023, el precio por tonelada a inicio de mes ($/TM) registrado por la Organización Internacional del Cacao (ICCO, por sus siglas en inglés) fluctuó entre $ 1.139/TM (enero 1/2007) y $ 3.525/TM (enero 1/2010). Desde el 2023 no hizo más que subir, alcanzando su registro más alto el primero de abril de 2024 ($ 9.877/TM), mientras que el último registro publicado es de $ 6.792/TM, para el 1 de agosto pasado. Además, el déficit de oferta que causa el alto precio sería de $ 350.000 TM anuales y tomará en reducirse de uno a dos años.

En medio de esta bonanza, preocupa escuchar de un alto ejecutivo de una empresa que compra cacao en muchos países que el grano de peor calidad que está comprando su empresa proviene del Ecuador. ¿Por qué estamos perdiendo la calidad del grano que siempre nos ha distinguido, en medio de la ola de alto precio? Las causas son también síntomas de problemas que requieren urgente atención:

Las asociaciones compradoras, que eran el primer filtro de calidad del grano, han disminuido su capacidad de compra por el aumento del precio de este, pues sus necesidades adicionales de capital de trabajo no han sido satisfechas por el sistema financiero. Además, los estándares de calidad usualmente exigidos han dejado de serlo. La necesidad de grano de los compradores los obliga a comprar lo que haya, quedando atrás exigencias de certificaciones (orgánico, comercio justo, calidad, o cacao fino de aroma), como fuentes de mejores precios. Esto ha debilitado a las asociaciones y certificadoras que cumplían su rol en la cadena asegurando la calidad del grano. Por el tiempo que faltaría para que se ajuste el mercado nuevamente, estas instancias corren el riesgo de desaparecer, lo cual haría muy difícil recuperar calidad cuando los compradores tengan poder de negociación.

Adicionalmente, los altos precios de cacao y su pronóstico están convirtiendo al grano en unidad de reserva de valor. Esto ha atraído a la delincuencia, dándose una creciente ola de robos a lo largo de la cadena de suministro, desde las mazorcas de cacao en rama hasta los centros de acopio, pasando por el transporte. La delincuencia está precipitando a los productores a vender rápidamente sus cosechas, desmejorando la calidad de sus prácticas de cosecha y poscosecha, reduciendo la calidad del cacao ecuatoriano. Así, en la mejor época de precios de la historia, Ecuador está perdiendo factores estratégicos que han generado la calidad diferenciadora de su grano.

Si el impacto del precio sobre la calidad del cacao luce incontrolable, ¿tenemos que decirle adiós a la calidad? ¿Seremos capaces de resolver lo que está en nuestras manos y volver ofrecer seguridad a quienes ya fueron saqueados, a los productores hoy extorsionados o a aquellos que han dejado de ir a sus fincas para no exponerse? ¿Vamos a permitir que ellos, en salvaguarda de sus vidas y negocios, intenten defenderse por mano propia? (O)