¿Les ha pasado? Hay amigos encantadores y gente con la que siempre se coincide. Y otros a quienes –aunque los apreciamos– son incómodos, porque discrepan con nosotros. Así, por ejemplo, en la genial obra de Antoine de Saint-Exupery El principito escribió respecto a su amiga: “¡No supe comprender nada, entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras”.

‘El Principito’ cumple 80 años de haber aparecido en la tierra

Somos rápidos en juzgar, pero hay palabras y palabras, algunas bien colocadas atraen, tienen el aroma a esperanza, la capacidad de hacernos soñar, añorar el pasado o pensar en tiempos mejores. Otras, nos enfadan, nos mueven el piso y nos rompen el alma. Los discursos poseen intencionalidades, energías y son capaces de transformarnos.

Muchas veces gracias a los discursos atractivos las personas terminamos enredadas en relaciones equivocadas, abusivas y desgastantes. Pero ¿por qué caemos presa de oradores astutos? El psicólogo Peter C. Watson lo explica a través del “sesgo de confirmación”; en términos simples, el sesgo de confirmación es la tendencia que tenemos las personas a sentir como atractivas aquellas opiniones que coinciden con la nuestra.

Tácticamente provocadores

En el caso de la toma de decisiones, el sesgo de confirmación es peligroso, porque puede nublar la capacidad de analizar los datos; lo que empujaría a pasar por desapercibidos aquellos indicadores que resultan fundamentales a la hora de actuar o no.

Para evitar ser engañados o auto- engañarnos, es útil escuchar a quienes discrepan o piensan de manera diferente a la nuestra. Así, inclusive quienes nos incomodan con su opinión pueden ayudarnos a repensar nuestras ideas. También, a la ciudadanía nos sería útil juzgar los discursos de balcón –bajo la lupa de cifras y razones–, para determinar cuán huecas o acertadas son las propuestas políticas de turno.

Para cuidarnos de los sesgos de confirmación... busquemos diversas fuentes, métodos y espacios para contrastar ideas.

¿Cómo se puede reducir el “sesgo de confirmación”? Para cuidarnos de los sesgos de confirmación se sugiere que busquemos diversas fuentes, métodos y espacios para contrastar las ideas. También es útil analizar la trayectoria, el prestigio y la intencionalidad de quienes emiten discurso.

Adicionalmente, debemos analizar a quienes nos rodean, preguntarnos ¿qué buscan? y ¿qué actos los han caracterizado? Sin embargo, no todo es blanco o negro, los matices son necesarios. Es una bendición coincidir en un espacio con gente transparente, que aporta con ideas, que cuestiona las cosas y que contribuye desde el lugar que ocupa.

Amenazas a las libertades

No solo existen sesgos de confirmación, hay otros sesgos como los cognitivos, que terminan complicando la vida de personas y sociedades. Y los sesgos que afectan a la ciencia y que distorsionan informaciones. Los sesgos están en todas las culturas y esferas, generalmente residen vinculados a los prejuicios, de ahí que educarnos respecto a los sesgos, identificar cómo pueden perjudicarnos, es parte de la labor que debemos forjar como ciudadanos y como familias.

Coincidir y discrepar son aspectos cotidianos que pueden enriquecernos si permitimos que la luz del razonamiento ilumine la toma de decisiones y si valoramos las opiniones, incluso las que nos interpelan. (O)