Este viernes se conforma de nuevo la Asamblea Nacional del Ecuador con los asambleístas electos en las recientes elecciones anticipadas.

Pese a que muchos serán caras nuevas en el hemiciclo, deberán enfrentar varios desafíos en este corto periodo —habrá nuevas elecciones en 2025—, que tendrá en la palestra las actuaciones de los legisladores, principalmente tomando en cuenta que en el anterior periodo —que terminó anticipadamente por la muerte cruzada aplicada por el presidente saliente Guillermo Lasso— su aceptación en la población tocó fondo por los bloqueos y falta de iniciativas que aporten a la gobernabilidad del país.

Una nueva oportunidad para la Asamblea

Esta vez, los asambleístas deberán ponerse de acuerdo en tiempo récord, pues el país pasa por duros momentos, con ciudades llenas de violencia por las bandas y una economía nacional que no despega. Por ello, algunos de nuestros columnistas ponen de manifiesto los principales retos que tendrán:

¿Cuáles son las papas calientes de la Asamblea Nacional que se posesiona este 17 de noviembre?

Giovanni Carrión Cevallos, analista

Uno de los principales desafíos que tiene la nueva Asamblea Nacional es mejorar su paupérrimo nivel de credibilidad y aceptación que tiene ante la ciudadanía, provocado por los continuos escándalos de corrupción que afectan al Parlamento, así como por los acuerdos legislativos alcanzados —muchas de las veces— a espaldas del pueblo y, desde luego, debido a una gestión de fiscalización que se activa o desactiva a la carta, es decir, en función no de la verdad procesal, sino de los intereses coyunturales que dominan el escenario político ecuatoriano.

Para ello se requiere el comprometimiento de los asambleístas para legislar y fiscalizar atendiendo el interés general y no en atención a caprichos o disposiciones de los dueños de los partidos, movimientos o bancadas. Valga decir, se necesitan parlamentarios con autonomía y suficiente capacidad de análisis y reflexión.

De otro lado, ante un Legislativo fragmentado, sin duda se requiere trabajar en acuerdos, pero con base en una agenda legislativa que tenga por prioridad temas centrales, como la seguridad, la reactivación del aparato productivo nacional y la lucha frontal contra el crimen organizado y la corrupción.

No caben a esta hora pugnas de poderes.

Bloques legislativos mantienen reuniones previas para conocer qué se pactó entre RC, PSC y ADN

Irene Torres, analista

El principal reto de la Asamblea Nacional ecuatoriana es la transparencia. Los políticos creen que ocultar información continuamente es más estratégico; en el corto plazo va en su contra. Quien nada debe, nada teme, y así deben actuar frente a la opinión pública para crear mínimos espacios de gobernabilidad. Para la prensa, la clase política y la empresa, es indispensable conocer con quién negocian las diferentes bancadas y sobre qué. Para el electorado, es fundamental saber quién se reúne con los asambleístas para hacer cabildeo y sobre qué sectores (en especial los estratégicos, como el energético). Para la sociedad civil y la academia, es indispensable conocer con facilidad y de manera oportuna la conformación de comisiones y los textos en deliberación, porque está en su derecho y también porque tienen la capacidad de informar la toma de decisión con datos y análisis que no están al alcance de los asambleístas.

Mejorar la transparencia legislativa, además, permitirá contrarrestar la satanización de su trabajo. Si no tienen nada que esconder y pueden compartir información, procedimientos y actores involucrados, la población y el poder Ejecutivo podrán confiar más en su trabajo. Todos, los asambleístas y el país, saldríamos ganando.

¿Cuánto es el sueldo de un asambleísta y qué otros beneficios recibe?

Mauricio Gándara, analista y exdiplomático

El acuerdo ya público entre la Revolución Ciudadana, el PSC y el ADN, partido del Gobierno, es para obtener determinadas ventajas para cada uno de ellos, con el menor daño posible. Los fines de cada uno de los aliados pueden ser, inclusive, de naturaleza contradictoria, opuestos entre sí. Lo positivo en lo inmediato, para unos, puede ser negativo para otros, en lo menos inmediato, porque nos encontramos a puertas de una nueva elección general. Hay otras fuerzas políticas que se sienten ignoradas y están en espera de una oportunidad.

Actualmente, la ciudadanía espera de la Asamblea que actúe ordenadamente, sin escándalos. Espera, enseguida, que se dedique a legislar para que el país pueda solucionar sus graves problemas económicos. Quiere el país más trabajo, menos espectáculo.

El país quiere conocer los objetivos concretos de este acuerdo. Unos especulan que el objetivo principal del socio mayor de la alianza sea el de solucionar los problemas judiciales de muchos de sus militantes; otro (el Gobierno) espera la aprobación de los proyectos económicos que enviará a la Asamblea; otro espera presidir la Asamblea. Pero en este momento todas son especulaciones y se quiere conocer realidades.

¿Cuáles son las 15 comisiones especializadas permanentes de la Asamblea Nacional?

Nila Velázquez, periodista

El más importante desafío que tiene la Asamblea es lograr que sus integrantes lean, entiendan y recuerden el artículo 127 de la Constitución, que es muy claro: “Las y los asambleístas ejercerán una función pública al servicio del país, actuando con sentido nacional, serán responsables políticamente ante la sociedad de acciones u omisiones en el cumplimiento de sus deberes y atribuciones y estarán obligados a rendir cuentas a sus mandantes”. En otras palabras, que tengan claro que trabajan para el país, no para su partido, sus coidearios, amigos o familiares, ni cualquier otro interés particular.

Por supuesto tiene otros. Cuando se trata de fiscalizar, cumpliendo una de sus funciones, sus miembros deben hacerlo sin prejuicios, sin que importe si el fiscalizado es de su ideología o no, si es su amigo o apenas lo conoce, y, si descubren algo que vaya más allá de lo político y debe llegar a la función judicial, respetar las atribuciones y decisiones de los jueces, sin intentar intervenir o amenazar con la destitución.

Es también indispensable que todos y cada uno de los asambleístas entiendan que la Asamblea no es un mercado; luego, no es sitio de compra y venta. Sí es un lugar de negociación, donde es necesario dialogar, argumentar, conciliar para llegar a entendimientos para el bien del país y de los ciudadanos a los que representan.

Cuáles son las funciones del presidente de la Asamblea Nacional

Katia Murrieta, analista

Para comenzar, los asambleístas deben estar conscientes de que son mandatarios del pueblo que los eligió y que su trabajo se debe centrar y enfocar no solo en la fiscalización, que es uno de sus roles principales, y que parecería que hay una gran tarea por emprender, sino en legislar, especialmente para beneficio de las clases populares, tomando en consideración que la carrera es contra reloj, porque solo tienen menos de año y medio para laborar.

El país está quebrado y, en la medida en que prevalezca la violencia en las calles y la inseguridad en todas partes, le será muy difícil captar inversores, mientras el desempleo aumenta porque muchos negocios son víctimas de los extorsionadores. Por tanto, uno de los principales desafíos de la Asamblea es atacar de raíz este mal, pensando, además, en los derechos humanos de quienes no somos delincuentes.

Por otra parte, el presidente Noboa ha dicho que va a enviar al Legislativo algunos proyectos de leyes, que parecen interesantes, a fin de incentivar la producción, la construcción y la oferta de empleo, sobre todo para los jóvenes. Si no cuenta con el apoyo de los asambleístas, porque estos tienen otros objetivos, que no son los nacionales, seguiremos rodando la pendiente. El gran desafío sería, por tanto, dar muestras evidentes de eficiencia y patriotismo.

Recuperar la confianza de la ciudadanía, el reto de la nueva Asamblea Nacional

Nelsa Curbelo, especialista en temas de paz

Los asambleístas no todos son nuevos ni mucho menos. Eso es una ventaja y a la vez un gran inconveniente dado el funcionamiento de la Asamblea anterior.

La ventaja es que conocen el engranaje burocrático. Las desventajas, casi todo lo demás.

Los peligros: hacer pactos reñidos con la ética, con la justicia y el sentido común con tal de lograr los avances políticos que se buscan no siempre en función de la ciudadanía en su conjunto, sino en aras de grupos de poder o sectores de población o grupos ligados a la delincuencia organizada.

La política requiere personas capaces de negociar, de conversar para actuar en consecuencia. Por lo tanto, la agenda de las conversaciones debe ser pública, clara y transparente. La ciudadanía debe conocer los acuerdos para llegar a esos resultados.

Los que quieren ser autoridades en la Asamblea tienen una agenda: ¿cuál es? Así como los candidatos a presidente presentan un plan: ¿cuál es el de las autoridades de la Asamblea y los que quieren presidir las comisiones?

Sería interesante incorporar el mecanismo de la silla vacía a cada comisión, en una dinámica a prueba, para ampliar y formar en participación democrática.

Este viernes, 17 de noviembre, el Legislativo elegirá al presidente de la Asamblea Nacional . Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: El Universo

La misión de la Asamblea Nacional

Gustavo Cortez Galecio, analista

La tarea principal de la Asamblea Nacional, que vuelve a empezar hoy, debe ser dar viabilidad a las leyes y reformas urgentes en materia económica y de seguridad social que requiere el país en un intento más de salir de la crisis, que en casi 200 años de vida republicana no ha logrado superar, y que particularmente en el último lustro se ha profundizado más.

Si para eso es necesario que haya acuerdos “antinatura”, pues que la nación pueda verlos con luz meridiana y que cada uno de los participantes del pacto con el que se logre mayoría se vuelva celoso guardián del espacio que le corresponde y, al mismo tiempo, estén dispuestos a hacer las concesiones que el ejercicio de la política demanda. No vendetas ni persecuciones.

La tarea principal de la Asamblea que se reedita ahora es cumplirle al país, con el que está en deuda desde hace mucho y que hoy más que nunca requiere de mentes y acciones decididas para darle forma a esto que el hampa, la corrupción y las malas administraciones han dejado como un cuerpo casi inerte de lo que esa primera Asamblea de 1830, en Riobamba, decidió llamar República del Ecuador.

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Simón Pachano, analista

El primer desafío que tiene la Asamblea es comprender que entre las funciones que debe desempeñar en un régimen democrático se encuentra la de contribuir al equilibrio de poderes (sin descuidar la otra cara, que es el control). Pero, debido a su conformación actual y a la vigencia inalterada de prácticas políticas regidas por el oportunismo y por la visión de corto plazo, es muy poco probable que se plantee ese desafío.

En el plano inmediato, sus integrantes deben revisar la experiencia de sus antecesores (que en gran medida —y gracias a partidos irresponsables y a un electorado desmemoriado— ocupan nuevamente esos cargos) que sumieron al país en la inestabilidad y el caos. Deben entender que la elección de sus autoridades y la integración de las comisiones será un paso decisivo que prácticamente no tiene vuelta atrás. Por otra parte, una vez que han establecido un acuerdo con el Gobierno, y a menos que este llegue solamente hasta el fin de la sesión en que se elija a las autoridades legislativas, deben asumir su corresponsabilidad en las medidas que sean necesarias para solucionar problemas gravísimos, como la inseguridad y el deterioro económico.

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Alfredo Saltos Guale, analista de temas agrícolas

Pienso que la Asamblea legislativa por instalarse en los próximos días se encuentra frente a una gran tarea, debiendo atender aspectos de gran relevancia nacional, entre ellos manejar con tino y eficacia las acciones hacia una clara gobernabilidad en franca concordancia con el Ejecutivo, que, conforme a las primeras declaraciones del presidente electo, enviará mensualmente una ley económica con carácter de urgencia, que deberán resolver en su conjunto los apremiantes problemas nacionales. Así recuperará el prestigio desaparecido y robustecerá la democracia fortaleciendo la institucionalidad.

Tendrá un trabajo intenso despachando la aprobación de leyes que quedaron encaminadas, algunas en la etapa de segunda discusión, teniendo presente que han representado un enorme egreso económico por el tiempo que dedicaron los anteriores asambleístas para los trámites legales, que incluyeron informes de las comisiones, socializaciones populares con movilización de las reuniones a las distintas provincias. Hay un significativo tramo ya cumplido que debe ser aprovechado, como por ejemplo las reformas a la ley bananera.

En lo que corresponde a fiscalización, debe iniciarla haciendo comparecer a los ministros que correspondan, para que indiquen las razones que tuvo el Ejecutivo para no promulgar los reglamentos necesarios para la aplicación de las normas aprobadas. Existen muchas leyes que prácticamente están archivadas por ausencia de reglamentación. Será necesario un cronograma aprobado de común acuerdo con el presidente de la República.

Saudia Levoyer, analista

Los desafíos de la Asamblea Nacional son claros y han sido identificados desde hace mucho tiempo. Sobre lo que no hay certeza es si decidirán asumir la responsabilidad política, más cuando hay quienes tienen aspiraciones para el 2025 y los temas en agenda, al menos dos, implican —si se quiere dar una salida real y a largo plazo— afectar su capital político. Estos legisladores están en la obligación de viabilizar una propuesta que permita dar una salida a la crisis del IESS, especialmente al fondo de pensiones jubilares. Algo similar deben hacer con la crisis presupuestaria, que —según los especialistas— tiene salida con medidas clásicas: recorte de subsidios.

Si los asambleístas optan por manejar discursos de que el Estado debe pagar a la seguridad social su deuda y que no se hacen recortes, seguirán pateando la pelota hacia adelante, a la espera de algún milagro.

El otro gran desafío, en materia política, es no sucumbir ante las presiones para que se instaure la denominada “agenda de la impunidad”. Hay funcionarios de Estado que, por su gestión, debieran ser enjuiciados, al menos políticamente, pero entre ellos no se debe contar a quienes sí han luchado contra uno de los grandes males: la corrupción.

María Fernanda Cobo M., analista de temas económicos

La Asamblea Nacional ejercerá una legislatura de transición que permita crear las bases de una transformación institucional a partir de la designación de dignidades con calidad ética, que procuren recuperar la confianza ciudadana en la representación parlamentaria a través de los partidos y movimientos políticos; asegurando que esta representación guarde coherencia proporcional con el número de votos alcanzados en el proceso electoral. Superado este primer desafío, la producción legislativa debe ser muy ágil en generar normas críticas relativas a seguridad, economía, laboral y seguridad social, que reflejen coaliciones transparentes en torno a las necesidades y los intereses ciudadanos, contemplados en la agenda legislativa y ejecutiva. Finalmente, corresponde a este Legislativo continuar con los juicios políticos interrumpidos; el no hacerlo dejaría un precedente de impunidad, convirtiendo incluso la muerte cruzada en un instrumento de evasión de la responsabilidad política.

Alfonso Reece Dousdebés, analista

No es una montaña, sino una auténtica cordillera lo que debe el Poder Legislativo al país. Las dos últimas décadas hubo una verdadera “nomorrea”, un flujo patológico de leyes descaminadas, que deben enderezarse. A esta labor debe concretarse el trabajo de la Asamblea. Empezar con la habitual retahíla de juicios políticos es algo que el Gobierno entrante y sus legisladores no deben permitir.

Tardará años desaguar el océano de despropósitos jurídicos, pero hay que empezar y podemos hacerlo por los temas más perentorios. En primer lugar, todos los poderes del Estado deben colaborar para facilitar la consulta popular que Daniel Noboa ha ofrecido convocar. Un plebiscito debe reservarse para los temas más graves y de fondo. Por eso, este proceso ha de incluir la apertura de los candados que impiden reformar la Constitución de 2008, llena de novelerías e incoherencias. Segundo, reforma integral del COIP y leyes conexas que se han convertido en escudo para proteger a los delincuentes; todo lo relacionado con la seguridad es prioritario. Y tercero, pero igual de importante, reenfocar la legislación laboral hacia el pleno empleo y el crecimiento. ¿Solo eso? Sí, con eso los legisladores ya tendrán harto trabajo.

Gilda Macías, analista

La confianza ciudadana en la Asamblea ha decrecido exponencialmente. ¿Qué factores contribuyeron a generarla?: ineficiencia para tramitar leyes urgentes, falta de criterio para distinguir lo global de lo local, poca habilidad para debatir de forma argumentada, sensibilidad extrema en intercambio de opiniones, griteríos e insultos frecuentes, cambio de bancadas, intereses de partidos por sobre las del país, amigos y familiares fungiendo de asesores, divagación y desvío de tema antes de votar, ruptura de acuerdos, pactos bajo la mesa y/o con otros poderes, inasistencia frecuente a comisiones y al pleno, falta de creatividad en propuestas.

En suma, la nueva Asamblea se enfrenta a varios desafíos:

  • Administrativo: lograr mayor efectividad, eficiencia y eficacia en su gestión.
  • Técnico: preparar intervenciones de calidad, enmarcadas en los escenarios y tecnologías del nuevo siglo.
  • Político: impulsar los diálogos inter bancadas y mediar en los conflictos.
  • Simbólico: mantener la esencia del parlamento, a través de la palabra y ejemplaridad pública.
  • Cultural: generar una cultura de participación ciudadana, por medio de procesos innovadores que inspiren, especialmente, a los jóvenes.

Escribía Hannah Arendt que un ser político se distingue por su capacidad para actuar concertadamente en busca de resultados. Ese será el mayor desafío.

Miguel Hernández Terán, constitucionalista

Podría decirse que la carencia de fe en la Asamblea Nacional es un síntoma permanente de los ecuatorianos. Se trata de un sentir plenamente justificado. Los hechos a lo largo de los años han demostrado que la irracionalidad política ha superado con largueza la sobriedad indispensable para el desempeño eficaz de dicha función del Estado.

El buen trabajo de una proporción de asambleístas no ha roto el sentimiento permanente de decepción respecto de tal institución del Estado. No es una exageración. Pero no es época de lamentos. En realidad, nunca lo es. Además, los lamentos traen malas energías. Es tiempo de esperanza en el porvenir. Siempre lo es. De creer en una nueva oportunidad. Ese nuevo horizonte lo tiene la Asamblea Nacional que se instala hoy. Su gran desafío es devolver la fe a los ecuatorianos sobre la base de una renovada actitud, de un resurgir institucional que solo puede nacer de la convicción individual de cada asambleísta de sacar adelante al Ecuador. Urge marcar la diferencia. Estamos realmente cansados de la discusión de siempre: ¿cuál es la peor la Asamblea, la última o la penúltima? Es tiempo de fe, de nuevas convicciones, es tiempo de esperanza. ¡No nos defrauden!

(O)