De acuerdo con el estudio Latinobarómetro 2023, la satisfacción con la democracia, que mide el desempeño alcanzado por ese régimen político, apenas llega en la región al 28 %, en tanto la insatisfacción se ubica en el 69 %. De ahí que en América Latina se viva una abierta recesión democrática, expresada con nitidez en el deterioro en su nivel de apoyo que apenas alcanza en la población el 48 %, con un restante 28 % que se muestra indiferente ante un régimen democrático o no democrático y un preocupante 17 % de los consultados que admite la posibilidad de preferir a un gobierno autoritario en tanto le resuelva los problemas.

Cada vez es más frecuente que los resultados de elecciones se impugnen, muchas veces sin fundamentos, dice Marcela Ríos, directora regional de IDEA Internacional

Sin duda, el debilitamiento de la democracia tiene varias explicaciones y está conectada con la crisis económica, social, política y cultural que viven los diferentes pueblos, lo cual lamentablemente crea el caldo de cultivo para que emerjan en el escenario político electoral los neopopulistas y aprendices de dictadorzuelos, quienes, sin rubor en la cara, ofrecen –como buenos charlatanes de feria– soluciones mágicas, indoloras e inmediatas a los graves problemas que aquejan a la sociedad, asumiendo el papel de mesías o iluminados con capacidad para convertir las piedras en pan.

¡La (buena) política es necesaria!

Este descalabro de la democracia latinoamericana está estrechamente vinculado con la profunda crisis económica, generadora no solo de pobreza, sino también de mayores inequidades e injusticias sociales. A esto se suma el paupérrimo papel que cumplen los partidos políticos o movimientos, hoy convertidos –con las excepciones de estilo– en auténticas empresas electorales que se rigen no por las ideologías o el bien común, sino más bien por las fuerzas de mercado, como cualquier otra mercancía, sujeta a un precio, para cobijar transitoriamente a egos desbordados o, lo que es peor, a inconfesables intereses particulares o de grupo que los patrocinan.

Progres eran los de antes

En ese escenario tan desalentador para la consolidación de un auténtico régimen democrático, lamentablemente se extiende la desafección de la gente con todo aquello que se identifique con la política, cuya palabra genera desconfianza. No obstante, debemos tener claro, como bien lo define Josep M. Vallès, que “...la política es ante todo constructora de sociedad, ya que constituye la argamasa que cohesiona a los grupos, más allá de sus relaciones y diferencias familiares, afectivas, económicas, simbólicas, vecinales, etc.”.

De ahí que hay que entender que la política juega un papel fundamental dentro de la sociedad, tan determinante que no podemos ni debemos dejar que solamente los políticos (y peor los politicastros) tomen decisiones por las mayorías.

Debilidad de la democracia: vulnerabilidad internacional

Y esto es bueno tener presente en el Ecuador cuando estamos en medio de un proceso electoral que exige de todos los ciudadanos el mayor compromiso y responsabilidad para elegir, no desde las emociones que generan los marqueteros de oficio, sino con base en un voto informado que permita separar la paja del trigo. Solamente así evitaremos que megalómanos, improvisados, farsantes, rambos criollos, tiktokers y otras hierbas que crecen en las jardineras de la política estén al frente de los destinos de un país. (O)