Es el momento de una profunda introspección individual y colectiva o, quizás más, de un examen de conciencia, tan necesario en un mundo dividido, que camina como sonámbulo a un precipicio. La historia demanda que busquemos con empeño unirnos para superar los tremendos retos actuales.

Engañados por las ofertas de mejores días, entumecidos por el ruido de las redes sociales y vapuleados por una incertidumbre permanente, los pueblos del mundo son incapaces de encontrar soluciones consensuadas a las dinámicas exigencias de estos momentos. En este caos global, los beneficiarios son los oportunistas que jamás faltan y los ingenuos que les siguen. Dividirnos es una meta política, ya que careceríamos de una visión conjunta que permita acoplar los intereses de todos.

Asamblea General de la ONU aprueba resolución para pedir que las tropas de Rusia abandonen Ucrania

Los resultados de la pandemia, la guerra en Europa, las rivalidades geopolíticas, la conformación de alianzas regionales, la posibilidad de una hecatombe nuclear y la poca efectividad de los mecanismos multilaterales hacen que el futuro sea más incierto. Rotos los principios de un mundo que requiere ser más equitativo y equilibrado y que tiene mecanismos para la solución de conflictos y diferendos, veremos surgir rivalidades de todo orden.

En las mesas de cada hogar se sienten la inflación, el costo de la energía y la posibilidad cierta de una escasez de alimentos a nivel global. La incertidumbre de lo que ocurrirá en el futuro inmediato desconcierta, crea temor y hasta ira, producto del sentimiento de importancia.

Cada día mueren 24.000 personas de hambre en el mundo y, de ellas, 18.000 son niños y niñas entre uno y cuatro años. Asistimos al escenario de un teatro que parece comedia, donde se debaten los intereses de todo orden, menos los importantes.

¿Quién causa conflictos?

En vez de aglutinar los esfuerzos para encaminar las sociedades hacia el bien común, nos encontramos con los enfrentamientos banales de siempre, regidos por intereses seculares y anclados en el inmovilismo, que les vuelve incapaces de cambiar a sí mismos, y peor a los demás.

Dividir para conquistar parece un lema que impera en las sociedades del mundo, que parece un ring de boxeo en donde todos están contra todos.

Rusia y China imperial

La democracia como sistema de gobierno tambalea en el mundo. Grandes manifestaciones en todas partes se oponen a cualquier cambio. La sociedad civil se encuentra atomizada e incapaz de representar a grandes colectivos que puedan ilustrar y exigir a los agentes políticos los caminos que deben seguir para satisfacer a sus representados.

El sistema electoral está cuestionado a nivel mundial, las empresas encuestadoras han pasado a la historia por los tremendos equívocos en casi todas las elecciones. Hoy sus métodos son obsoletos para medir la opinión pública, hasta en los más simples hechos.

Es el momento de pensar en todos, dejar de lado el individualismo y luchar juntos por las grandes causas de la gente. Es hora de defender los derechos humanos de las personas con discapacidad, de los adultos mayores, de las mujeres y los niños, de los más desamparados. No es hora de dividir, es hora de sumar. (O)