El año se va como el agua entre los dedos. Le quedan apenas horas a este 2023 que pasará a la historia por múltiples razones.

Año del retorno de la inestabilidad política profunda, con unas elecciones que no estaban en la agenda de nadie, ni siquiera de la oposición política que las orilló, y que nos hace terminar con un gobierno distinto al que empezamos. La apodada muerte cruzada se puso en marcha por primera vez y significó la renovación de los poderes constitucionalmente involucrados con ella, Ejecutivo y Legislativo, aunque nos dejó vigente el Judicial, que como hemos visto por recientes y no tan recientes revelaciones, podría ser el verdadero epicentro del caos político, social y sobre todo de seguridad ciudadana que vivimos.

Good bye 2023

Año en el que la corrupción, en su faceta narco, ha quedado a la luz, con los vínculos políticos con mafias que tienen sumida en la angustia a la población, que como daño colateral pone muy seguido víctimas inocentes entre los que se enfrentan por territorio, especialmente en las inmediaciones de los puertos del sur de la ciudad. Las ayudas que estos nuevos actores de la sangrienta realidad nacional reciben de funcionarios, dignatarios, magistrados, alcaldes, policías y hasta periodistas revuelven el estómago. “No hay quien resista un cañonazo de un millón de dólares”, escuché alguna vez decir con sorna a un militar colombiano, tratando de justificar a sus compañeros corruptos. Aplicable hoy a la realidad nacional.

Año congelado. Y no trato de ironizar con las altas temperaturas que sobre todo en la Costa nos deja un frustrante fenómeno de El Niño. No. Congelado en la economía que muchos ansiaban reactivar luego de la catástrofe que significó la pandemia de COVID-19. Pero no se pudo este 2023 porque a más de la ausencia de la obra pública que reactive el empleo, y de seguridad jurídica y social que animen a la inversión, los altos niveles de inseguridad calentaron demasiado las calles y muchos negocios que aguantaron estoicamente el coronavirus decidieron cerrar forzados por otro virus social: el de las mal llamadas “vacunas”, las extorsiones, que no les dan respiro, al convertirse las bandas en otro “socio” con altos niveles de exigencias y cumplimientos, basados en amenazas que nadie quiere averiguar.

Tras las nuevas preguntas

Año de “peligrosos” avances digitales. Y no me refiero a la tecnología en sí, que cumple con eficiencia su tarea científica de crear facilidades, sino a la “invasión” digital en niños y adolescentes cada vez más abstraídos de la realidad, y crean la propia con todas las herramientas y accesos que tiene hasta el más humilde de ellos. En este contexto, la tecnología es como un cuchillo, que sirve igual para cortar el pan como para matar.

Llega entonces el 2024 y nos volveremos a reunir en familia, con amigos, con un trago de por medio, para brindar, una vez más, porque sea un año mejor. No quiero aguarles el brindis, pero el próximo será un año difícil, entre otras cosas, porque las arcas fiscales están vacías y el gobierno de transición ha anticipado que se quiere reelegir y la campaña del 2025 empezará a mediados del 2024. No soy pesimista, pero la realidad me desborda. (O)