El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en su Boletín Técnico N.º 02-2023, al referirse a la tasa de pobreza multidimensional en el Ecuador, que incluye los criterios de educación, trabajo y seguridad social, salud, agua y alimentación; y hábitat, vivienda y ambiente sano, determina que a diciembre de 2022 este indicador a nivel nacional llegó al 38,1 %; es decir, casi 4 de cada 10 personas son pobres, situación que se deteriora aún más en el sector rural, donde este guarismo llega al 70,1 %; valga subrayar, en el campo, 7 de cada 10 individuos están atrapados por los tentáculos de la pobreza, lo cual se expresa en la privación de derechos: por citar solo el campo de la educación, el no acceso a los niveles de instrucción inicial, media y superior o la deserción escolar motivada por razones económicas.

En esas condiciones de marcada estrechez, en que familias enteras lo han perdido casi todo, incluida la esperanza, muchas de ellas optan por la migración irregular, lo cual no solo que pone en serio peligro la seguridad y vida de estos ciudadanos (incluidos niños), en manos de esos monstruos llamados coyoteros, sino que también deben enfrentar el endurecimiento de regulaciones que hace la comunidad internacional, como por ejemplo los Estados Unidos, para contener olas humanas que presionan por ingresar a su territorio y alcanzar –quién sabe, algún día– el American dream. Lo que sucede, verbigracia, en la frontera de EE. UU. y México, ahora mismo, a más de ser caótico, amenaza con derivar en una crisis humanitaria de impredecibles consecuencias.

Las remesas alcanzaron la cifra récord de 4.743 millones de dólares en 2022, dinero que suple la falta de empleo y ayuda a cubrir las necesidades de las familias en Ecuador

Remesas y crisis de privacidad en el sector público y corporativo

En general, los pobres deben enfrentar un ordenamiento internacional dominado por fundamentalismos ideológicos de variada tonalidad, la dictadura del mercado y una globalización que, paradójicamente, lo que permite circular sin trabas ni discriminaciones es únicamente el capital financiero.

Si sumamos lo ingresado por remesas en los últimos tres años, se totalizan $ 12.443,72 millones...

Sin embargo, ahí están los migrantes, muchos despectivamente conocidos como los wetback, moviendo el aparato productivo de Estados industrializados y remitiendo, con todas las penurias que ello supone, ahorros para sus familias. En nuestro caso, durante el 2022, el flujo de remesas superó en 8,73 % el monto alcanzado en el año 2021, al ingresar al país –por este motivo– $ 4.743,54 millones. Esto quiere decir que otra vez son los pobres, los desheredados del sistema, los expulsados de su patria, quienes sostienen buena parte del consumo interno de la economía y de la propia permanencia de la dolarización.

Si sumamos lo ingresado por remesas en los últimos tres años, se totalizan $ 12.443,72 millones, esto es, cinco veces lo recibido, en igual periodo, por inversión extranjera directa. Como vemos, eso de promover un shock de inversiones para generar empleo quedó en meros ofrecimientos de campaña que han sido opacados por una economía ralentizada y condicionada por un alto riesgo país.

Se requiere de un trabajo coordinado y consensuado entre Gobierno, instituciones del Estado, empresa privada y sociedad civil encaminado a identificar una agenda programática mínima que dinamice la economía doméstica y ofrezca oportunidades de empleo reales a la población. (O)