El tropezón más grande de Pachakutik (PK) fue la alianza con Lucio Gutiérrez. Dejaron que ese coronel y un pequeño grupo de militares trasformaran la protesta indígena en golpe de Estado. Se convirtieron en la pieza fundamental en la campaña electoral y participaron en el Gobierno con cargos importantes. Finalmente, sucedió lo que estaba previsto. La patada en las asentaderas le dejó fuera del Gobierno y le hundió en términos organizativos y electorales. Casi veinte años fueron necesarios para superar esa experiencia traumática producto de su inocencia.

Previamente, PK había desempeñado un papel de importancia en la política nacional. Guiado por una dirigencia bien formada en términos políticos y académicos, logró colocar temas fundamentales que habían sido ignorados a lo largo de la historia republicana. La inclusión de los sectores históricamente excluidos fue avanzando en una lucha tenaz contra prejuicios y pautas de comportamiento fuertemente arraigadas. El desempeño exitoso de sus dirigentes en Gobiernos locales y en el Legislativo estuvo en la base de la legitimidad y del respeto que obtuvo. Resultado destacado de ese accionar fue la definición de Ecuador como un Estado pluricultural y multiétnico en la Constitución de 1998 y el reconocimiento de las formas propias de administración de justicia en las comunidades indígenas.

Un factor que explica ese avance –expresado numéricamente en los resultados obtenidos en la elección presidencial y legislativa de 2021– fue la incorporación de temas de importancia para el conjunto de la sociedad ecuatoriana. Aunque originalmente nació como la expresión de las organizaciones indígenas, particularmente de la Conaie, pronto comprendieron que el éxito de sus propuestas y su supervivencia como partido le obligaban a romper ese margen estrecho. Por ello incluyó propuestas de alcance general, especialmente en temas como el medioambiente, que ampliaron su base social y política.

Sin embargo, en los dos últimos años PK ha sido presa de lo que se denomina el castigo del triunfo, por un lado, y, por otro lado, de la captación de la conducción de la Conaie por un sector radical. En lo primero, ha caído en lo que juró sepultar con su consigna de no robar, no mentir, no ser ocioso. Legisladores, alcaldes y dirigentes de PK han engrosado las largas listas de políticos y funcionarios corruptos. Una asambleísta que aconsejaba robar bien, un alcalde denunciado por los empleados municipales de cobrar “diezmos”, un asambleísta denunciado por violación, hasta llegar a amenazas e intentos de asesinato a los discrepantes dentro de sus propias filas son los casos más sonados, aunque no los únicos.

En cuanto a lo segundo, la presencia de Iza en la presidencia de la Conaie es el mayor peligro para PK. La relación armónica con una saludable distancia entre la organización social y el partido político era beneficiosa para ambos. Pero para el etnicismo radical de Iza eso es inadmisible. Lo dejó claro en la elección de autoridades de PK, cuando impuso a su candidato por medio de la violencia y la ilegalidad, que son los únicos medios que conoce. Es probable que eso sea revertido por las evidencias de fraude, pero parece que el líder mariateguista logrará su cometido con el voto de los legisladores de PK que no pueden salir de su inocencia. (O)