No pasará nada con Venezuela. Cuando se acabe el momento mediático, pasará lo que pasó con Gaza o con Ucrania: el mundo dejará de prestar atención al sufrimiento. La lucha por devolver la libertad, la democracia y una mínima paz se volverá un durísimo proceso solo sostenido por valientes. Por aquellos que –como María Corina Machado– decidieron quedarse en Venezuela y poner el pecho a las balas si es necesario, con tal de recuperar el país. Sí, es una visión muy pesimista, pero lo es porque los líderes que importan en América Latina –México y Brasil– han deshojado margaritas antes de hacer algo significativo, dramático para evitar un baño de sangre, mejor dicho, para parar el baño de sangre que ha sido Venezuela desde hace varios años.

Venezuela y Ecuador

Nunca más otra Venezuela

México perdió su legitimidad hace tiempo, cuando su presidente dejó de mantener el necesario respeto por otros líderes y regímenes regionales, con ataques e insultos personales que limitaron su estatura regional, eso sin contar su particular desidia por organismos regionales donde no se molesta siquiera en enviar delegados o participar. Lo cual nos deja con un solo líder regional con posibilidades de hacer algo por el caso: Lula. Porque, seamos realistas: la única vía de una transición pacífica para Venezuela solo puede pasar vía una negociación multipartes. Para alcanzar esta negociación es necesario que exista un mediador capaz de convencer a Maduro y su régimen de participar en ella y el único jugador que tiene por ahora esa capacidad es Lula y el equipo de Itamaraty. Recordemos que Brasil ofreció las garantías a la embajada argentina en Caracas para que sigan funcionando y sigan resguardando a los líderes opositores que están guardando las copias de las actas electorales. Sin la intervención de Brasil, el Gobierno madurista pudo haber hecho una incursión armada. Incluso Estados Unidos bajó el tono de su comunicado, que está muy lejos de ser Guaidó 2.0 como muchos activistas pro-Maduro en la región se apuraron a interpretar. Se preguntarán por qué no menciono a Colombia, uno de los tres firmantes del comunicado. Simple. El presidente Petro decidió hace tiempo seguir el guion de AMLO y con ello dinamitar sus pocas posibilidades de liderazgo regional en el proceso.

Por suerte, quien realmente entiende todo esto es María Corina Machado. El sábado dejó claro que ella le apuesta a un proceso largo, cruento, difícil, donde solo una estrategia de resistencia pacífica, informada, utilizando la ley y la Constitución de Venezuela pueden recuperar el país, aunque saben que sus instituciones están cooptadas por el chavismo. Y apeló directamente a Brasil y a la gestión de su Gobierno para encontrar una salida que: 1) transparente los resultados electorales del 28 de julio con datos desagregados por mesa; 2) ayude a un proceso de transición democrática. María Corina sabe mejor que nadie que sin una salida negociada, todas las amenazas externas sobre procesos en la Corte Penal Internacional o extradición a EE. UU. solo lograrán atrincherar más a los líderes chavistas y volver cualquier proceso de retorno a la democracia un baño de sangre. Nadie quiere eso para Venezuela. Todos le deseamos paz, libertad y desarrollo. (O)