La semana pasada, luego de medio año sin legisladores, la Asamblea Nacional se instaló y eligió a sus autoridades. Los bloques que conformaron la mayoría (Revolución Ciudadana, PSC y ADN) actuaron disciplinadamente y consiguieron que la dirección del Legislativo quede como quedó. Hasta ahí, todo indicaría que el Ejecutivo, al aliarse con quienes fueron los opositores acérrimos del gobierno de Guillermo Lasso, prefiere tenerlos cerca. Eso de que, por principio, por lo menos a Revolución Ciudadana, no les une ningún tipo de visión de país, muestra que eso sigue sin ser determinante en el quehacer político nacional. Al contrario, es completamente entendible, cuando estamos nuevamente ante un gobierno que probablemente tendrá poca capacidad de maniobra, muchísimos frentes que atender y, ante todo, poquísimo tiempo.

Eso no significa que a la Revolución Ciudadana se le están facilitando las cosas. Contra ellos también juega el factor tiempo. Si acaso aprendieron algo de la campaña de este año –y de la estrategia que le permitió ganar a Daniel Noboa- es que, a los nuevos votantes, que son la mayoría, el nombre de su caudillo no genera el arrastre que solía provocar. Ya no es el joven que representaba a los jóvenes, la cara nueva de la política. De hecho, es ya -junto a quienes fueron altos funcionarios de su gobierno- uno de los rostros antiguos de la política nacional, que ha estado presente con mucha fuerza desde 2005, y que ha protagonizado los bloqueos, las pasiones y la polarización, de la que los nuevos votantes se mostraron cansados.

Los socialcristianos tampoco la tienen fácil. Si bien tuvieron un candidato presidencial que les permitió tomar una bocanada de aire, saben de sobra que después de Jaime Nebot no tienen a nadie más. No hay un nuevo caudillo ni tampoco militante alguno que se conozca con proyección nacional. Habría que preguntarles si para las presidenciales del 2025 volverán a buscar a un Jan Topic.

Dentro de la agenda legislativa, en la que tiene interés el Ejecutivo, hay por el momento dos proyectos económicos urgentes: la reforma tributaria y la energética. Públicamente no se sabe en qué consistirá la propuesta, pero sus socios del momento ya tienen posturas asumidas particularmente en torno a la primera. Los socialcristianos, por años, se han opuesto al incremento de impuestos. Los de la revolución también parecen estar en esa línea, al anunciar que pedirán que se mejore la recaudación.

Sobre la energética tampoco hay pistas. Sin embargo, de nuevo, los de Revolución Ciudadana han dicho que se opondrán a cualquier privatización, tal como lo anunciaron desde que su candidata presidencial Luisa González aceptaba los resultados electorales. El PSC aún no ha dicho nada.

El otro punto, la consulta popular, que, durante el debate presidencial de segunda vuelta, el presidente electo dijo que pudieran incluirse temas de seguridad, puede ser también un punto álgido para esta sociedad legislativa, especialmente si se incluyen temas políticos.

No cabe duda, serán unos meses muy complicados, de mucho cálculo, para mirar quién obtiene mayor ventaja con miras a las elecciones del 2025. (O)