Los mejores debates se dan con información. Sí, no es un país acostumbrado a la data, pero hay que provocar reflexión y ayudar a unir cabos para reflexionar.
Hablemos de política, pero dejemos de satanizarla, de opinar para polarizar. Hagamos el esfuerzo de buscar puntos en común e impulsemos eso.
No sé quiénes fueron esos compañeros de ruta, de algo más de 30 minutos, pero ese gesto, estoy segura, nos dio tranquilidad a todos.
¿Está ya nuestra clase política pensando en las alternativas para atender estos problemas? La respuesta la sabemos de sobra: no.
Lo que tiene que ofrecer el Ecuador es tanto. Y la gente tiene tantas ganas.
Para mejorar como país debemos ejercitar la capacidad de negociar y conversar.
Frente a este escenario vale la pena preguntar si acaso estamos presenciando el ocaso del socialcristianismo.
¿Estaremos ahora sí frente a una nueva clase política naciente poscorreísmo?, ¿cómo se redistribuirán el poder con la puja generada por el narcotráfico?
La crisis en varias de las redacciones alrededor del país es una realidad. Sin dinero es imposible que la prensa funcione. Además se necesita más seguridad.
Mientras menos atendamos estos grandes desafíos internos, más difícil será salir del lío en el que estamos.
Los electores necesitan tener certeza de que el Estado los atenderá y que tienen a quien acudir.
Estos relatos simplemente son una muestra de que la prensa es un testigo de la historia.
Con el desarrollo se generan oportunidades económicas y se garantizan salud, educación, vivienda, entre otras.
Si perdemos la pedagogía del consenso, de buscar salidas conjuntas, dañamos más a la sociedad.
Así transcurre la vida en la ciudad que quiere ser amable y que ni siquiera respeta a sus propios conciudadanos.
Esta pedagogía de diálogo y negociación debe implantarse para crear una cultura distinta, que permita o facilite la gobernanza del Ecuador.
Los espacios que se recuperen o que se construyan para cualquier actividad que ayude a reducir la violencia y la inseguridad siempre serán necesarios.
El Ecuador poco a poco va mostrando una realidad que no sabemos con exactitud cuántos años lleva, pero que desgarra y golpea a la sociedad.
Quienes están en la política deben, en suma, dejar de prepararse solo para venderse y ganar elecciones, es hora de que se preparen para gobernar y comunicar.
Sería muy interesante que hombres y mujeres de más de 45 años pudieran tener un espacio en donde simplemente estar y pasar el rato.
El juego del que puede más por la fuerza no debe ser el ganador.
Una nueva decisión, amparada en la soberanía, sin duda únicamente ratifica que no hay interés en enfrentar un problema de carácter internacional.
Este reino del miedo es perfecto para que las personas que están envueltas en la criminalidad se apoderen cada vez de más espacios e impongan sus reglas.
En el que vivimos, en donde la pobreza y la desesperación son malas consejeras y pueden llevar a cientos a delinquir para sobrevivir.
¿Acaso hay incapacidad de gestión o miedo a enfrentar a un monstruo que desde hace más de una década se sabía que venía y que se le estaba dando la bienvenida?
¡Qué vergüenza se siente mirar este espectáculo! Y, lo peor, es que no va a parar.
Si como ciudadanos cambiamos, ellos, los políticos, tendrán más presión para hacerlo.
Aprobaron una amnistía para un montón de gente, entre ellos investigados por vandalismo, destrucción de bienes públicos, asociación para delinquir…
La opinión pública es vital en un Estado democrático porque permite el intercambio de opiniones diversas y plurales, y ayuda a construir el relato histórico.
Y si ocurre aquel error, se quedarán con un futuro lleno de incertidumbres y de miedo, carente de tranquilidad e ilusiones...