Estamos a 19 días de ejercer el voto, como lo estableció el Consejo Nacional Electoral, luego que se dictara la muerte cruzada por parte del Ejecutivo. Escogeremos asambleístas y, como van las cosas, a los dos finalistas que irán a la segunda vuelta para definir quién terminará el período presidencial de Guillermo Lasso. Sin embargo, eso no significa que la crisis política quedará subsanada. Al contrario, esta volverá a ser evidente y pudiera agravarse por varias razones.

En redes y medios, el discurso de los candidatos presidenciales se centra en los qués y no en los cómos

Una de ellas es que el tema de seguridad se ha convertido en nuestro K2 (es la montaña más difícil del mundo en escalar, según National Geographic). Una muestra de esto es lo ocurrido la semana pasada en Guayaquil, Manta y Esmeraldas, en donde hubo, entre otras cosas, una nueva matanza en la Penitenciaría del Litoral, el asesinato del alcalde Agustín Intriago, el ataque con bombas molotov a un bus con pasajeros, el secuestro de un policía y videos de bandas delincuenciales que hablaron de paz, siempre que se respete lo acordado. ¿Qué se acordó? Ellos lo saben y nadie más se atreve a preguntar.

Candidatos presidenciales cocinan, bailan, fuman y actúan para ganar el apoyo popular

Esto significa que la pacificación del país, al parecer, no está exclusivamente en manos de la institucionalidad del Estado, lo que puede afectar más a la población: si las autoridades, sean seccionales o nacionales, tienen menos presencia, la gente se queda a merced de los grupos que se apoderaron de los territorios. Recuperar los territorios no es fácil, requiere de una dosis de manejo de fuerza pública (léase como enfrentamientos armados) y de garantizar que las oficinas y dependencias atiendan a la población en educación, salud, dotación de agua potable, alcantarillado, vías (de todos los órdenes), trabajo. ¿Cómo piensan afrontar este reto las nuevas autoridades nacionales, legislativas, seccionales?

Continuo incremento de violencia política contra candidatos presidenciales y asambleístas hombres y mujeres

Otro tema que viene de la mano de este es la falta de fe en la democracia del país. El informe de Latinobarómetro señala que el 87 % de los encuestados en Ecuador no está satisfecho con la democracia, al 58 % no le importaría si un gobierno no democrático llega al poder, siempre que resuelva los problemas del país y solo el 37 % apoya la democracia. En un escenario como este, el populismo y la polarización continúan con muy buena salud y el terreno perfecto para seguir creciendo. ¿Cómo se logrará que la gente vea en la democracia el modelo más adecuado para resolver disputas y diferencias?

Y, más aún, cómo hará el nuevo gobernante, los asambleístas y las autoridades para reconstruir el tejido social roto por la violencia de los últimos meses y la polarización política que lleva década y media. Si gana la Revolución Ciudadana, ¿cumplirá con sus amenazas de venganza y pondrá a todos sus opositores de rodillas? Si gana cualquiera de los otros candidatos, ¿cómo hará para gobernar sin ceder a las presiones de las agendas exclusivas de esa misma agrupación?

El dilema político que nuevamente quedará exhibido no es menor y es de difícil solución, especialmente cuando los ecuatorianos están muy vulnerables ante el miedo, la desesperanza y la desesperación por lo que cada día se ha convertido en su realidad: la muerte y el dolor. (O)