Este 5 de enero, que se celebrará el Día del Periodista, debemos más que nunca pensar en la forma en cómo informamos, el nivel de compromiso que tenemos y en los desafíos que ya tenemos. El periodismo es necesario por la democracia y la paz de una sociedad y como periodistas no podemos renunciar a su esencia.

Bajo esta premisa, me permito hacer algunos apuntes sobre la ética periodística, que recoge ideas que he intercambiado con estudiantes, amigos y colegas desde hace tiempo:

Se registraron 262 agresiones contra la libertad de expresión en el 2023, según Fundamedios

1. Una estrategia de defensa –bastante pobre– cuando se cometen errores en el ejercicio periodístico es culpar al otro de las decisiones que se toman o las acciones que se cometen. En un esfuerzo por justificarlas, las venden con frases sacadas de novelas rosas o películas de buenos contra malos: “Pensé que eso querían”, “Hago lo que me dicen”, “No me quedó más remedio que hacerlo”, “Es mi enemigo, tenía que defenderte (o defenderme)… En el trabajo periodístico estas formas de justificación no pueden ser aceptadas. Quienes optan por esta actividad saben (sabemos, me incluyo) que no es profesional ni ético entregar la responsabilidad al otro de lo que no podemos, no queremos o nos avergüenza admitir, total o parcialmente.

2. No es fácil aceptar un error. Más difícil aún es publicar una rectificación o pedir unas disculpas. No porque falte voluntad y sobre vanidad, sino por la vergüenza que implica decir públicamente que fallamos en un dato, en una contrastación, en una interpretación, en algún punto de la cadena del trabajo informativo, lo que nos llevó a errar.

Carta a nuestros queridos lectores

3. Los periodistas debemos ser, por principio –y citando a Rysard Kapuściński– buenas personas. En nuestro trabajo no puede haber una manipulación informativa, es decir, una decisión de brindar información con cálculo. No hacemos propaganda, ni relaciones públicas, simplemente contamos historias que somos capaces de sostener con información recogida de los diferentes actores y ha sido verificada.

4. No puede permitirse que las fuentes tomen el control de la información, del relato. Eso convierte al periodista en cómplice y transcriptor.

5. Menos aún se puede aceptar que se consideren a las fuentes como amigos o tratarlas como tales, eso lleva a que se genere una cercanía que puede comprometer el comportamiento de un periodista.

6. Lo vertiginoso del trabajo periodístico tampoco es justificación. Si bien la mayoría de los medios han optado por lo que se denomina el breaking news, eso no implica que incumplan con su labor de estructurar una noticia con hechos y no con rumores (hoy es el equivalente a los contenidos de las redes sociales).

Ni tan lejos, ni tan cerca: las fuentes del periodismo

7. El periodismo es una noble profesión –lo que significa que es más que un oficio–, que se rige por la idea del bien común, entendido como lo que es más beneficioso para una comunidad y que se basa en la transparencia, la verdad, la honestidad personal.

8. La agenda y contenidos periodísticos se basan en los derechos humanos básicos como las libertades de expresión, de información y de prensa, así como el pluralismo, que están claramente definidos e implican responsabilidades. (O)