Hace aproximadamente 15 días ocurrió esta historia en la zona de El Empalme: un camión de una empresa de transporte de productos importados (en este caso era un vehículo fletado por pequeños empresarios) es interceptado por varios carros, de donde salen personas fuertemente armadas, y es asaltado. Al conductor, para soltarlo por una zona abandonada, le piden dinero que debe sacar de sus cuentas. Inmediatamente le entregan un código. Sí, como lo lee, un código con letras y números, para que pague por el rescate de su vehículo y de la mercancía que transportaba.

El código tiene validez de no más de una semana y, además, pierde valor mientras más tiempo transcurre. El primer día del asalto, por ejemplo, pueden pedir, de acuerdo al tonelaje del vehículo, 6, 7 o hasta 15 mil dólares, sin garantías de que lo entreguen en buen estado, porque “los cuidadores” pueden sacarle las partes para venderlas. Para el tercero o cuarto día, ese camión valdrá 1.500 dólares, porque será rematado y convertido en chatarra. Si el propietario no tiene el dinero o no puede obtenerlo rápidamente, “los cuidadores” tampoco tienen tiempo.

Unidad contra la Corrupción y el Crimen Organizado llega a los seis meses de funcionamiento sin completar el objetivo para el que fue creada y en medio de cambios urgentes

Por la mercancía, “los cuidadores” también pueden pedir dinero adicional, ya que, si es algún producto fácil de comercializar, no dudarán en tratar de obtener alguna ganancia con su venta. Tampoco se puede descartar que dañen el producto intencionadamente.

Los transportistas o sus empresas pueden hacer el trámite con el código por sí mismos. Pero, más de uno, por recomendación de quienes han sido asaltados previamente, buscan una especie de intermediario. Aquel intermediario es parte “del negocio” y cobra por el contacto y por el valor del vehículo que establece el código.

Secuestros en Ecuador se han triplicado con relación al año anterior

La parte delincuencial hasta ahí. Pero ¿qué pasa con las empresas contratadas para el transporte y con las que debían recibir sus mercancías? Quienes contratan el servicio de transporte enseguida exigen a las empresas transportadoras que asuman las pérdidas totales. Algunas de ellas lo hacen y se endeudan para pagar a su cliente. En ese caso, pueden volver a comprar lo que perdieron, pero no recuperan el tiempo de trabajo. Si quien les brinda el servicio de transporte no reconoce pérdidas, el empresario tendrá que asumir esa pérdida y volver a comprar el producto y afrontar, por supuesto, los retrasos en producción y entrega de bienes a sus clientes.

Delincuentes secuestran a conductor de vehículo que llevaba ejemplares de Diario Centro de Santo Domingo

Los transportistas también han tenido que cambiar su forma de trabajo: evitan a toda costa viajes nocturnos, con lo cual demoran en el despacho de los productos especialmente en el trayecto Guayaquil-Quito y afectan a sus clientes que se ven obligados a reprogramar su trabajo hasta que llegue su materia prima.

También hay voces que han planteado organizar convoyes para intentar que baje el nivel de riesgo, piensan en contratar seguros para las mercancías para amortizar las pérdidas, someterse al pago de una suerte de peaje fantasma para que los dejen circular sin ser atacados y, ante todo, no quieren hablar del tema por miedo a represalias.

Frente a esto, resta por preguntar qué se está haciendo para controlar la inseguridad en las zonas alejadas de los grandes centros urbanos. (O)