Una de las experiencias más enriquecedoras para los seres humanos es la literatura. Enseñarla implica conocer que está al alcance de conexiones y campos que se entrelazan bajo un mismo horizonte: la condición humana. Son muchas las posibilidades de transformación individual que debería despertar la experiencia literaria. Tal vez en ese bucear de alternativas la libertad y sentido estético son claves para la orientación. Digo todo esto a propósito de la película húngara La profesora de Literatura (2023), de Katalin Moldovai, que expone los prejuicios sociales y culturales de una comunidad. En tiempos del auge de la ultraderecha, esta película manifiesta los peligros de la inflexibilidad y la censura en la enseñanza.

La protagonista Ana Bauch muestra un enfoque reflexivo y creativo en clase. Se observa la dinámica de alumnos conducidos por el interés y la sensibilidad que produce el arte. Se evidencian, además, las posibilidades de conexión de los contenidos literarios con otras expresiones mediáticas. Es por eso que envía a sus alumnos a ver la película Vidas al límite, que muestra la relación entre los poetas franceses del siglo XIX Arthur Rimbaud y Paul Verlaine. Allí empiezan los problemas. Un padre de familia, aterrado por el enamoramiento entre los dos poetas, denuncia a la profesora por enviar a consumir un material que considera inapropiado para su hijo.

Desde ese momento, la profesora debe someterse a una serie de inspecciones e interrogatorios que comprueben si los contenidos que enseña perjudican e incitan a los jóvenes a tener conductas y creencias inadecuadas. En un terreno de ideas conservadoras y prejuiciosas será difícil que la maestra logre cambiar el panorama de las acusaciones. Sin embargo, cuando las autoridades empiezan a interrogar a los alumnos, conocen

sus ideas y comentan los temas de la clase de Bauch, los chicos hablan sinceramente sobre la sintonía que sienten en las sesiones, el pensamiento libre y crítico cobra forma en los testimonios de ellos.

La presión sobre la escuela, que recibe fondos estatales, orienta el desenlace de la profesora. Sin apoyo ni de la rectora asistimos a una escena que refleja la censura y la presión por atinar con las expectativas de los padres. La ausencia de la libertad y el pensamiento crítico se manifiestan en algunas frases que intercambia la maestra, como si se tratase de una lucha potente de argumentos para defender la enseñanza y la razón por la que la sociedad necesita vivir en libertad: “Tenemos un impacto en los jóvenes, incluso mientras respiramos. También cuando callamos... tienen derecho a una educación de calidad sin tabúes”.

Se trata de una película que permite leer, todavía, nuestro tiempo. La literatura es una de las mejores vías para formar sensibilidad, capacidad de análisis, comprensión del mundo. Los maestros de esta asignatura tienen la oportunidad de oro para instar a las destrezas de la racionalidad mientras los jóvenes rompen el estrecho círculo de sus vivencias y

se abren a la constatación de que

solo sobre una base de compren-

sión, tolerancia y respeto por los

demás se puede esperar la sobrevivencia de la humanidad. (O)