La incapacidad de reconocer errores es destructiva en la política nacional. Lejos de tomar ejemplo de líderes buenos que mostraron su humildad y humanidad al reconocer sus yerros, vemos la mediocridad y prepotencia de tantos políticos electos o en búsqueda de puestos de poder. Lo paradójico es que ahora hay una facilidad para acercarse a los ciudadanos mediante redes sociales. Podrían aprovechar esas herramientas para hacer pedagogía política y mejorar la calidad de vida nacional.

Las cuatro personas de la papeleta del 15 de octubre han cometido errores grandes y frecuentes en muchas de sus declaraciones, que develan ideas y prejuicios. El tratar de negarlas muestra que fueron errores. Tal vez el poco conocimiento del funcionar del Estado ecuatoriano lleve a Noboa a hacer propuestas que no puede ejecutar por decreto: eliminar instituciones como la Senescyt o crear sistemas de jurados en un sistema judicial ya desastroso. ¿O será la franca ignorancia de Abad que la lleva a desconocer derechos elementales de las mujeres como el de recibir la misma remuneración por el mismo trabajo que hace un hombre? Ni hablar de González imaginando carreras para regresar a Venezuela, donde según ella la violencia es menor con condiciones de vida y supervivencia mejores a las de nuestro país. O Arauz que propone ecuadólares o sin vergüenza ni mínimo respeto acusa de asesinos de Villavicencio a quienes considera enemigos dizque para perjudicar a su organización política.

Hay diferencia entre políticos mentirosos, aquellos que, por ejemplo, saben que muchos a su alrededor han cometido actos de corrupción y delitos, pero lo niegan o inventan frases cínicas para evitar aceptar que hubo ladrones y corruptos en sus gobiernos. Y los políticos que desconocen sobre temas que han sido cuestionados en entrevistas. Los primeros son políticos deshonestos, los otros podrían ser inexpertos que, aceptando sus limitaciones, tal vez logren formas más transparentes de hacer su trabajo.

(...) para ser ejemplares y éticos se requiere constante esfuerzo personal de introspección y continua formación...

Escuchamos decir que la falta de clases de ética y cívica es la razón de la descomposición actual de la política, eso es una falacia más. Quienes recibieron esas clases son los que han gobernado sin siquiera la capacidad de pedir perdón por sus equivocaciones. Las costumbres morales se aprenden en casa y escuela, pero para ser ejemplares y éticos se requiere constante esfuerzo personal de introspección y continua formación que, como muestra nuestra historia, pocas veces se ha visto en nuestra política.

Los vicios de los peores políticos se develan en sus actitudes cuando son descubiertos en el error: la mediocridad del que inventa -generalmente embarrándose aún más-, la cobardía de culpar a un funcionario cuyo trabajo depende de la autoridad que falló y ahora lo acusa, o los más descarados que intentan endilgar sus yerros a quienes los entrevistan, para así irrespetar más a la ciudadanía. Al final son peligrosos como personas por deshonestos y más dañinos como políticos, porque tendrán poder para afectar vidas, no solo por sus equivocaciones sino todavía peor, por su incapacidad de reconocerlas y con ello corregir rumbos, pedir ayuda y consejo de personas mejor preparadas en cada área. Con líderes tan mezquinos el futuro nacional sigue siendo tortuoso. (O)