Si comparamos la carrera presidencial anticipada con una carrera de 100 metros planos, podemos decir que los candidatos entran en los últimos 10 metros para alcanzar el triunfo electoral, en una pista plana: sin una clara marcación hacia la izquierda ni hacia la derecha, una pista de centro, donde el último esfuerzo político electoral exige fuerza y control para ser más veloz.

Veamos los cómos

No es una carrera de fondo; es una carrera de velocidad. Sin fondo ideológico, los candidatos en los primeros 90 metros han mantenido una velocidad constante en difundir programas de gobierno que no han sido diseñados para un periodo excepcionalmente corto, e incluso coinciden con algunas propuestas, como por ejemplo la militarización de fronteras, puertos y aeropuertos como reacción inmediata al crimen organizado; el uso de las reservas internacionales para necesidades sociales urgentes; el fomento de la minería regular y ordenada, y la lucha contra la minería ilegal como mecanismo de narcolavado; la importancia de devolver la liquidez al IESS y focalizar esfuerzos en la juventud: su acceso a la educación superior y la protección a su salud mental.

Para votar el 15

En estos últimos 10 metros, los candidatos deben demostrar sus diferencias, para que los electores indecisos o abstencionistas cuenten con la información necesaria para ejercer un voto libre y racional. La candidata Luisa González, explotando la experiencia en gestión pública, que ella y el grupo que le apoya tienen como consecuencia de sus diez años de gobierno. El candidato Daniel Noboa, posicionando su experiencia en gestión privada, en las distintas funciones empresariales que ha desempeñado en su grupo familiar, que constituye el grupo económico más grande e importante del país.

Más allá del debate presidencial

La carrera por la Presidencia del Ecuador podría tomar como referencia lo sucedido en el reciente proceso electoral de España, donde el momento memorable entre los dos candidatos lo provocó Alberto Núñez Feijóo, del Partido Popular, cuando desafió a Pedro Sánchez, del Partido Socialista, a firmar un pacto de Estado por España al proponer que, sin importar el resultado de la elección, el nuevo Gobierno contaría con el apoyo político del perdedor. Este desafío debería ser una referencia para nuestra realidad política, frente a las circunstancias que estamos atravesando en el país. Un apoyo que permitiría al nuevo Gobierno no entregarse a partidos y movimientos políticos que, sin haber alcanzado una representación legislativa de importancia, finalmente terminan gobernando el país, a través de la negociación de votos en la Asamblea Nacional, para lograr el apoyo de reformas estructurales críticas que este momento reclama la ciudadanía, como seguridad, empleo, educación y desnutrición infantil. Evitando además que la moneda de negociación sean espacios de gestión de gobierno, reflejados en los nichos de corrupción sistematizada que caracteriza a nuestra realidad política.

Esta carrera presidencial por los 100 metros planos se podría convertir en una auténtica carrera de fondo y forma, que responda a la transformación política que nuestro país reclama, merece y exige. (O)