Este es el segundo incidente diplomático que afronta el Gobierno en sus cien días de ejercicio y, suponiendo que estos asuntos no desgastan en exceso la popularidad interna, sí lo hacen a nivel internacional.

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Del asunto del armamento ruso cuyo destino final era que fuera usado por Ucrania contra la propia Rusia, en una operación organizada por los Estados Unidos y fracasada, principalmente, por una confesión de parte de un funcionario de este último por la que el Gobierno ecuatoriano rectificó, no quiere decir que no hubo un error inicial que desgastó su prestigio.

Sería perjudicial para el prestigio del Ecuador un segundo error, como el que está en ciernes por esta innecesaria ofensa a México al mencionar el deseo de apresar a un exvicepresidente ecuatoriano en el local de su embajada en Quito.

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El que se diga que solamente se solicitó autorización no cambia mucho las cosas, y el tajante rechazo del presidente y la canciller del país norteamericano demuestra lo absurdo de la propuesta. El mandatario Andrés Manuel López Obrador dijo que México era un país soberano; la canciller calificó al pedido como un “despropósito” que “sentaría un precedente y violaría la inmunidad diplomática”. No sé, al momento, si hubo una respuesta escrita a la nota ecuatoriana. Luego, aseguró que México continúa analizando el asilo al exvicepresidente.

Al escuchar y leer las declaraciones de las autoridades mexicanas, uno no puede dejar de preguntarse si las ecuatorianas creyeron que había alguna posibilidad de que México aceptara su propuesta, o si, simplemente, lo hicieron por razones de política interna para satisfacer al gran público.

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Extrañamente, en la nota a la embajada mexicana, la Cancillería la fundamentó manifestando que había recibido el pedido en ese sentido de la ministra de Gobierno, lo que daba la impresión de un cálculo político; posteriormente, se hizo alguna referencia a un pedido de los jueces de la Corte Nacional; pero estos deberían conocer que los tratados internacionales celebrados por el Ecuador forman parte de la legislación nacional, que los reconoce de nivel constitucional, y que, por tanto, lo son: la Convención de Viena que consagra la inviolabilidad de los locales diplomáticos, y las normas del asilo contenidas en la Convención de Caracas de 1954.

Estos cuatro casos han complicado las relaciones diplomáticas de Ecuador en los últimos 60 años

Esperamos que México no quiera llevar más adelante este incidente, como lo hizo Ecuador cuando el secretario de Estado del Reino Unido habría amenazado a la embajadora ecuatoriana por el asilo concedido a Assange en Londres cuando estaba bajo libertad condicionada. Aunque el secretario de Estado lo negó, sin embargo, el Ecuador convocó una reunión de la OEA, que expresó su solidaridad con Ecuador. Esperamos que esta ofensa infligida a México no lo inclinará a conceder asilo al exvicepresidente ecuatoriano que es un condenado por delitos comunes por los jueces ecuatorianos y, por tanto, no es un perseguido político. El Gobierno de México no dejará de considerar el clima político que se vive en Ecuador por la lucha contra la corrupción en las esferas oficiales, dirigida por la Fiscalía General. (O)