Esta semana el mundo económico fue impactado por una ola de inquietud… o incluso pánico. El origen fue Japón, con efectos enormes: la Bolsa de Valores de ese país cayó el 12 %, algo no visto en décadas, y el yen se fortaleció 15 % en horas. Detrás, cayeron las bolsas europeas y en menor medida la americana. ¿Razones?

Uno. El Banco Central de Japón anunció una subida de intereses de 0 % a 0,25 %, la primera en mucho tiempo. ¿Tanto impacto por apenas 0,25 %? Mi lectura es que en el mercado pensaron: “Actualmente hay una diferencia de 5,5 % entre los intereses del Banco Central americano (FED) y el japonés, pero la tendencia podría ser que el americano baje hacia 4 % y el japonés quizás suba hacia 0,75 %”, y si la diferencia cambia en tendencia en 1 % o 2 %, se modifican radicalmente las decisiones financieras. Se revirtió casi instantáneamente lo sucedido estos años: endeudarse barato en Japón para invertir en EE. UU., de ahí un yen débil. De ahí un cambio en las posiciones financieras y el yen más fuerte.

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Dos. En EE. UU., los analistas buscan confirmar sus sospechas: si la inflación ha bajado del 9 % al 3,5 % y ojalá más, ¿cuándo aparecerá la recesión económica? Sospecha no necesariamente sensata, porque la inflación sí puede bajar con menor crecimiento aunque sin recesión. Pero las últimas cifras laborales parecen confirmar el temor: se crearon en el mes menos empleos. Consecuencia: por un lado, si hay recesión eso implica menos ganancias empresariales y menor valoración de mercado (caída en la Bolsa); y, por otro lado, que la FED decida próximamente bajar sus intereses, con varias aristas posibles. La primera es ¿cuándo lo hará? Unos piensan que será tranquilamente en septiembre, otros que debe ya adelantarse porque debió haberlo hecho hace meses y debe corregir su error. La segunda es que unos pensarán “menores tasas estimulan economía y bolsa, ¡qué bueno!”; otros, “si la FED se apresura, está dando señal de desesperación, quizás la recesión sea peor de lo esperado, ¡qué malo!”. Incertidumbre... Y, de repente, todos juntan todo. Tres. Ojo con la geopolítica: Irán amenaza con atacar a Israel. Cuatro. Quizás la inteligencia artificial no genere todos los milagrosos resultados anticipados, lo cual desvaloriza a las empresas involucradas (algunas han perdido hasta el 25 % de su valor).

Tengamos presentes dos factores. Uno. Los agentes en el mercado continuamente “especulan”, intentan anticipar el futuro (igual usted y yo), y los cambios de expectativas (sobre tecnología, crecimiento, intereses) y de emociones humanas (“buenas y malas”) llevan a reacomodos importantes en sus decisiones, de ahí estos días de inquietud (o pánico) que probablemente ajustan sanamente a los mercados. Finalmente ya hay más tranquilidad porque la economía de EE. UU. sigue sólida y en el Japón se informa que quizás no habrá más alzas de intereses. Dos. Las acciones de los bancos centrales son demasiado importantes, trastornan fácilmente las expectativas y son poco sanas porque “es un pequeño grupo de personas intentando anticipar el futuro mejor que todos los demás”. Siempre habrá estos días de alarma, y siempre la economía volverá a su rumbo... mientras los bancos centrales no desatiendan las señales de la economía (más importante que ellos). (O)