En México se está produciendo un fenómeno denominado narcoinflación, que se refiere al alza de precios de primera necesidad debido a los pagos de extorsiones o vacunas que tienen que asumir los agricultores, intermediarios y dueños de mercados, tiendas y otros establecimientos. Es generada por el crimen organizado a través del cobro por derecho de piso y extorsión a los productores, transportistas y comerciantes, incorpora todo el proceso desde la siembra, distribución o venta de cualquier producto lícito, el cual posteriormente se traslada al consumidor.
Se calcula que en México la utilidad derivada de la actividad criminal de la extorsión podría llegar a los $ 10.000 millones anuales, monto exorbitante que trae consigo la idea de que un gran segmento de los ingresos del crimen organizado no provienen de la siembra y tráfico de drogas sino del denominado también cobro de piso. En julio pasado, el índice del precio del consumidor subió encima del 5 %, influido directamente por la presencia de la extorsión que abarca virtualmente todos los negocios posibles: desde el vendedor de tacos en Ciudad de México hasta los pescadores en Sonora, desde los productores de naranjas en Tamaulipas hasta los transportistas de aguacates en Michoacán. En la práctica, la extorsión en México está tomando control virtual de todas las actividades económicas y afectando la vida económica de millones de mexicanos. En Colombia sucede un fenómeno similar, habiéndose advertido que la extorsión se ha transformado en un negocio criminal que se diversifica con nuevas modalidades, sin que existan estrategias claras para su mitigación y control.
La necesidad de las bandas de buscar nuevos ingresos hace que la extorsión sea un factor común en todos los países en los cuales operan los grupos narcos, y Ecuador no es la excepción. Desde el 2021 hasta 2023 la extorsión se incrementó en nuestro país casi 400 %, llegando a niveles intolerables para los ciudadanos que la sufren de forma estoica y cotidiana. El negocio de las vacunas se ha convertido en un mercado emergente del crimen organizado, con un detalle adicional que se estaría produciendo en el Ecuador, el cual es advertido por los especialistas en temas de seguridad. “El crimen muta, el crimen se adapta”, afirmación que tiene que ver con la fragmentación de las bandas criminales, muchas de ellas sin las conexiones e infraestructura para el tráfico de drogas, pero sí con la posibilidad abierta de operar en los escenarios de la extorsión. Hay quienes aseguran también que la dinámica del tráfico de cocaína, cambios de destinos de exportación de la droga, captura de toneladas de cocaína, etc., induce a los grupos criminales a buscar otros mercados delictivos, por lo que se señala que la extorsión viene a ser el motor y resultado del ciclo de inseguridad.
El gran desafío para los Estados es encontrar medios ingeniosos para contrarrestar la extorsión (los esfuerzos en México y Colombia fallaron). Ante el desamparo, la mayoría de la gente termina aceptando la vacuna como un mal frente al cual no hay otras alternativas. Siendo honestos, me temo que ninguno de nuestros países tiene idea real de cómo encarar esta forma de delito. (O)