La economista Deirdre McCloskey explicó hace poco la Regla de 72, según la cual, si algo crece a una tasa de 1 % al año, tardará 72 años en duplicarse. Si crece a 2 %, tardará la mitad del tiempo, esto es, 36 años. Ella señalaba que durante los últimos 60 años el PIB per cápita de Brasil creció a una tasa promedio de 2 % anual, duplicándose cada 36 años. También señaló que de 1999 a 2021 este promedio cayó a 1 %. McCloskey decía que, si el crecimiento caía por debajo de 1 %, los nietos se impacientan.

Luego leí que el economista Emilio Ocampo de Argentina señalaba que, durante las últimas dos décadas, y a pesar de haber tenido un populismo igual o más de recalcitrante que el kirchnerismo, Ecuador registró un crecimiento superior. Entonces se me ocurrió hacer el ejercicio con los países que están en el centro del debate de la dolarización estos días: Argentina, Ecuador y Panamá para ilustrar la importancia del crecimiento económico. Podríamos incluir muchos más países, pero aquí el espacio es limitado y tres sirven para ilustrar el punto.

Argentina debate la dolarización

Entre 1961 y 2021 el PIB per cápita de Argentina creció a un promedio de 0,99 % al año, Ecuador a 1,32 % y Panamá a 2,84 %. De esta manera, el ingreso de un argentino promedio se duplicó cada 72,2 años, de un ecuatoriano cada 54,16 y de un panameño cada 25,28. Nótese que tan solo una diferencia de 0,33 % en crecimiento entre Argentina y Ecuador derivó en que los argentinos tarden 18 años más en duplicar su ingreso. Si se está sintiendo feliz de ser ecuatoriano, nótese que durante el mismo periodo tardábamos 28 años más que los panameños. Un ecuatoriano promedio debía esperar más del doble que un panameño para que su ingreso duplique y un argentino casi tres veces.

Incentivos para aumentar el crédito

McCloskey decía que, si el crecimiento caía por debajo de 1 %, los nietos se impacientan.

Sesenta años es un periodo demasiado largo con muchos altos y bajos, etapas significativamente distintas. Esas décadas incluyen al menos dos bonanzas de materias primas —de las cuales todavía dependen mucho Ecuador y Argentina— así como también una década perdida (los 80s) y la dolarización en nuestro caso. Entonces repetí el ejercicio considerando el periodo entre 1980 y 1999: el PIB per cápita de Argentina creció a un promedio de 0,4 %, el de Ecuador 0,15 % y Panamá 1,69 %. A esa velocidad, los nietos argentinos podían esperar que su ingreso se duplique en 176,9 años y los ecuatorianos 469,26, mientras que los panameños 42,38.

Luego la situación mejoró considerablemente entre 2000 y 2021 para Ecuador y para Panamá. El PIB per cápita de Ecuador creció a un promedio de 1,22 % y el de Panamá a 3,3 %, mientras que Argentina continuó con tan solo 0,8 %. A esta velocidad los nietos ecuatorianos podían esperar duplicar su ingreso en 58,87 años (410 años menos que las generaciones anteriores) y los panameños tan solo 21,23 (la mitad que los de las generaciones anteriores). En cambio, los pobres nietos argentinos 89,94 años.

Por eso es importantísimo adoptar políticas que fomenten el crecimiento. La estabilidad monetaria de la que hemos gozado en las últimas dos décadas gracias a la dolarización y la apertura comercial que se ha venido implementando desde hace tres décadas —ahora con un impulso especial de esta administración— ciertamente que han contribuido a un mayor crecimiento. ¿Podrán esperar los nietos? (O)