La lucha en América Latina se ha tornado entre los delincuentes que quieren imponerse a la fuerza y los pueblos, unos altivos y valientes, como el venezolano, y otros adormecidos y aletargados, que no advierten las amenazas reales de su propia destrucción y supervivencia.

Los venezolanos, a costa de sus vidas, son un ejemplo al mundo de defensa de las libertades y los DD. HH., pero otros en la región permanecen indiferentes, sin reparar que está en peligro su subsistencia y la de la democracia y las instituciones, tan golpeadas y vapuleadas por aquellos que pugnan por tomarse el poder para controlar con violencia a la mayoría y luego justificar arremetiendo contra los supuestos culpables: el imperialismo y los opositores calificados de enemigos a los que hay que eliminarlos. El viejo discurso del siglo pasado de los demagogos y populistas que nunca solucionaron los problemas de los pueblos, como ocurre en Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, pero que siguen siendo engañados.

A la Venezuela del dictador Maduro aplauden unos pocos políticos perseguidos por la justicia y desprestigiados de la región, incluso en Ecuador, que mantienen obnubilados a un segmento de la población que no entiende razón de esta realidad y no quiere abrir los ojos ni oír para advertir estas amenazas.

No reparan en el ejemplo a seguir de Venezuela, en donde proscribieron los DD. HH. y las libertades y hoy la dictadura secuestra a la luz del día a todos los que se oponen y que han tenido la valentía de exigir el respeto a los resultados electorales luego del robo descarado sin el respaldo de los votos y las actas de escrutinio, que no han podido hacerlo porque no tienen.

La dictadura venezolana sigue secuestrando no solo a los opositores, sino que ha tenido el atrevimiento de llevarse a la fuerza a centenares de niños y menores de edad, que reivindican y exigen el respeto a las libertades, a los DD. HH. y a los resultados de las últimas elecciones.

En Ecuador la lucha rebasa la disputa del poder en las próximas elecciones presidenciales y legislativas, sino por la toma de los organismos de control y fundamentalmente de la Fiscalía General, una vez que concluya en abril próximo el periodo de la actual titular, que ha tenido la valentía histórica de enfrentar a los grupos delincuenciales organizados, el narcotráfico y fundamentalmente a los aliados políticos que pugnan por tomarse el país con la ayuda de un segmento de votantes enceguecidos y engañados por esos demagogos.

Cómo puede pasarse por alto, algo inadmisible, las dudas fundamentadas actuales en el proceso de designación del nuevo fiscal general sobre la probidad notoria y los buenos antecedentes que debiera exigirse para que no se elija a un protector de delincuentes, como quieren y como ya ocurriera con anteriores funcionarios a la actual fiscal general, que se ha jugado su vida para combatir a los grupos delincuenciales organizados y sus aliados políticos.

A dónde ha llegado el pobre Ecuador, sin organismos de control sólidos y amenazados por la delincuencia política, de tener solo que resistir a estos grupos, que han tenido la audacia de borrar los valores morales y éticos, en lugar de trabajar en el rescate y fortalecimiento de sus instituciones. (O)