“Crisis climática, no energética”. La más reciente versión del mensaje oficial que ha surgido del Gobierno actual, de boca de una importante como nueva vocera ministerial, intenta dar un giro comunicacional audaz: la culpa de los apagones es del clima, la sequía, no de la falta de prevención sobre los efectos que esta situación natural podía causar, y que se veían venir no solo en el Ecuador, sino en varios países de la región.

Giro comunicacional tan audaz como cuando el correato exigía a los medios titular “Dengue grave” en lugar de lo que por siempre se conocía como “Dengue hemorrágico”, por su peligrosa condición sangrante y con el pueril argumento de que la población era alertada innecesariamente.

Antes, justo a inicios del siglo XXI, recuerdo haber asistido en Carondelet a la convocatoria de un vicepresidente electo en el Congreso, cuyo pedido, revestido de una normalidad pasmosa, era más radical: No mencionar al dengue en la prensa, porque estaba afectando el turismo en las zonas playeras. En paralelo a eso, vale mencionar cuando el chavismo prohibió el uso de la palabra “terremoto” cuando este ocurría y dispuso reemplazarla por “movimiento telúrico”.

¿Realismo mágico o trágica realidad?

Todo por hacer

El manipular el mensaje en intentos de voltearlo a su favor ha sido una constante de los políticos y más aún cuando tienen intenciones latentes de mantenerse en el poder por todo el tiempo posible. Pero al mismo tiempo, creer que el receptor del mensaje es tonto, es tan tonto como emitir una mentira, de patas cada vez más cortas, en tiempos de la comunicación digital, los drones y el big data. Pero se arriesgan, ante la falta total de un plan comunicacional engranado con la realidad.

En periodismo profesional siempre hay que tener claro, por ejemplo, que una mentira contada como verdad podría ser consumida una vez por la audiencia. Quizás dos. Pero si se la envía una tercera, la audiencia se da cuenta y el emisor perderá el único capital real que tiene el comunicador: su credibilidad.

¿Cabrán en el nuevo giro comunicacional los incendios forestales que han consumido zonas tan importantes como Guápulo, en Quito? Ummm, si utilizamos el calzador adecuado quizás, argumentando que el clima, entiéndase los vientos y la sequía, es el culpable, y no quienes, fósforo en mano, han sido descubiertos iniciando la llama, con propósitos y auspicios que no han podido ser determinados.

Así, que la crisis comunicacional de un gobierno que no ha sabido decir lo que piensa ni lo que hace se sume al cúmulo de crisis que afronta el país, es muy lamentable. Con apagones que aniquilan negocios populares y caotizan más el ya caótico tránsito; falta de generación eléctrica pese a las hidroeléctricas nuevas y viejas en las que se han invertido montañas de plata; delincuencia organizada que mata, sin despeinarse, gente en avenidas tremendamente transitadas y a plena luz del día; o el estancamiento de la economía que no facilita invertir y dar empleo a quienes tanto lo necesitan.

El país no está ahora mismo permeable para la ley del sabido, del que engaña a todos y saca un provecho de la situación. El país necesita, buena o mala, información útil para tomar decisiones. (O)